La Contracrónica del Getafe-Betis (2020/21), por Alberto Pintado
El positivismo ha durado poco en el Betis de Pellegrini. Si el equipo empezó como un tiro en las dos primeras jornadas y cayó de pie ante un Real Madrid discutido, la debacle llegó en el Coliseum getafense en el cuarto compromiso liguero. Y había motivos para pensar que el barco del chileno Manuel iba a naufragar en el centro del país, contando con Bartra como lateral derecho titular y un Joel Robles que, a medida que pasan las jornadas, no hace sino dar la razón a todos sus detractores.
Porque no es casualidad que, en solo 42 minutos, el Betis cayera 3-0 ante un Getafe que supo controlar a los verdiblancos en el espacio-tiempo de un partido que sorprendió a muchos, pero a otros tantos no. Sobre todo, porque en el minuto 13 se demostró que el meta bético no está hecho de la misma pasta que Claudio Bravo. En una jugada en la que Álex Moreno volvió a salir en la foto, demostrando al club que Jonathan Silva tendría que haber llegado al Betis hace mucho, Joel Robles se limitó a observar cómo Ángel ponía el primero en el marcador con una chilena extravagante. El balón, tras botar en el suelo, se posó en la escuadra de la portería de Robles sin que esté se moviese ni un milímetro.
El resto fue un auténtico mitín del equipo, del que solo se salvaron en los 90 minutos, y aunque parezca irrisorio, los defensas centrales. Carrileros sin profundidad ni acierto y, mucho menos, acierto defensivo. Esto, ante los bravos Cucurella y Nyom, hizo que el Getafe pudiera destrozar al Betis a placer en la búsqueda de los espacios en profundidad. Carreras, carreras y más carreras que terminaban con dos disparos más (de Ángel y del propio Marc) para poner el 3-0 en el electrónico y demostrar que el Betis no tiene lateral izquierdo y portero suplente de nivel.
El resto del encuentro, en un monólogo de posesión descafeinada verdiblanco, fue pasando como la vida misma sin mayor etapas que reseñar. El Betis estaba desinflado desde el minuto 13 y no quiso casi ni luchar contra el viento y la marea, que se plantó en el césped de color azulón para reventar por completo las ilusiones de Pellegrini. Su Betis aún está muy verde (y no es un chiste), pero aún queda la esperanza de la recuperación de Bravo, la llegada de una lateral izquierdo de nivel y la comunión absoluta entre todos los chavales que deben querer resarcirse del enésimo fracaso bético. Porque parece que, aun con el optimismo de un cuerpo técnico a la altura, los fracasos son inherentes a la cualidad natural del beticismo y no se despegan manque la esperanza, en verde y blanco, vuelve a la faz de sus aficionados.