Que el Betis ha hecho poco a muy poco esta noche para ganar es tan obvio como que la Real Sociedad se ha llevado tres goles a su favor sin hacer nada más que competir un poco más que su rival. Los verdiblancos hicieron lo que tenía que hacer: afrontar el golpe del gol en contra cerca del descanso y salir a remontar en la segunda parte. Pero no le dejaron. Entre el VAR y Estrada Fernández, un viejo amigo, evitaron que el Betis se metiera en el partido primero anulando un gol de Sanabria por fuera de juego inexistente y que la línea del VAR marcó como posición adelantada por el brazo del paraguayo. El brazo. Para ver y no creer. Unos minutos más tardes, un agarrón de libro de Le Normand sobre el mismo delantero bético que acaba con la camiseta rota. Estrada tuvo que ir a la pantalla a verlo y no quiso ver – porque no hay otro entendimiento – el penalti clamoroso, si no que pitó falta por agarrón previo del paraguayo. Para ver y no creer. Otra vez.
Todo el mundo lo ve. La Liga, por suerte o por desgracia, puede verse en todo el mundo y el señor Tebas, tan cuidadoso con unos temas, no hace nada para evitar que el arbitraje de “la mejor Liga del mundo” tenga estos momentos de vergüenza desmedida e incompresible. Árbitros que no cumplen el reglamento y reglamentos que se cambian según el partido.
En lo deportivo, resultado muy engañoso por una Real Sociedad, que fue mejor en la primera parte y acabó encontrando el premio en un enésimo balón a la espalda que Oyarzabal logra meter en el área Portu se adelanta a Alex Moreno y Sidnei para batir por bajo a Claudio Bravo a pocos minutos para el descanso. Premio, pero demasiado para un partido tan igualado. En la segunda mitad, lo dicho, Pellegrini dio entrada a Sanabria por un Borja Iglesias que no tuvo ocasiones ni las generó. A Canales se le notaba muy cansado tras su periplo con La Roja y Aitor Ruibal por el lateral derecho era una sombra al lado de lo que aporta Emerson. Y aun así, el Betis se metió en el partido y logró empatar, pero a razón de evitar repetirme no volveré a comentar el clamoroso desvarío de árbitros y compañía.
Pellegrini siguió moviendo el banquillo. Entró William Carvalho, cambio a gritos, por Canales y Loren por Joaquín. Muy poco del marbellí, que con el partido tan roto apenas apareció, pero que dejó jugadas y pizcas de la garra que siempre desborda sobre el verde. Ojalá Pellegrini encuentre en él y Sanabria la dupla atacante que necesita este equipo. Pero el partido terminó por romperse tras otro contragolpe de la Real, que supo leer muy bien el partido y no desordenarse, pero a la que le sirvieron los tres puntos en bandeja entre una cosa y la otra. Balón largo sobre Isak, muy escorado el mano a mano, agarroncito de Bartra y penalti. Ni se lo pensó Estrada. Ahí no tenía la piel tan fina. Que expliquen por qué ese sí y el de Sanabria no. Oyarzabal se encargó de transformarlo y poner un 0-2 demasiado falso en el marcador para la segunda parte que estaba haciendo la Real, que solo tuvo que aguantar y esperar que el Betis se abriera en defensa para asestar sus golpes. Y así llegó el tercero. Otro balón largo, Januzaj se mete hasta la cocina y bate a Bravo con un fuerte zurdazo imposible para el chileno. Muy engañoso el resultado.
El Betis es un equipo débil psicológicamente. Los fantasmas del pasado le nublan la mente con muy poco y no sabe cómo quitarse los miedos y volver a competir. Hoy lo hizo. Salió a morder tras el descanso pero el doloroso fantasma de los arbitrajes sacó al Betis del partido y se acabó. No es excusa, por supuesto, pero es un análisis en frío de lo que es este equipo y del precio que está pagando de la temporada pasada. Entre lo suyo, que tiene tela, y lo de los demás… Tiene trabajo Pellegrini.
