El Betis no sabe ganar de otra forma que no fuera sufriendo, o al menos sin dar la sensación de tener el partido amarrado. Por que al final fue más el sufrimiento de pensar en que la remontada pudiera no haber servido de nada que los méritos de un Celta de Vigo que lo más cerca que estuvo de empatar fue un centro lateral que se pasea y Miranda casi lo cuela en su propia portería. Partido inteligente de un Betis que suma y sigue en estado de gracia.
Pero no fue un partido redondo. Ya sea por la acumulación de partidos en las últimas semanas, pero los de Pellegrini salieron dormidos y el Celta, con hambre de volver a ganar, salió a morder. En apenas quince minutos ya gozaron de buenas y claras ocasiones para adelantarse. La que más, un disparo de Santi Mina que se estrella en el palo. La siguiente no la fallaría. Un corner que acaba en el segundo palo y Mina se encarga de colarla dentro de la portería de Joel. Se veía venir. El Betis había salido dormido y el Celta todo lo contrario.
Pero como suele pasar, el Celta se relajó con el gol y por momentos pareció que ya había cumplido su misión. El tanto en contra despertó al Betis que comenzó a tener más la pelota y a darle protagonismo a los Fekir, Lainez y compañía. El francés fue hoy el faro en el que el resto de sus compañeros se apoyaron para llegar a buen puerto y gran parte de la remontada es culpa suya. No solo por las dos asistencias, si no por ser el único que creyó en la remontada antes siquiera de empatar el partido.
Canales no es que sea el faro, es que es el barco entero. El cántabro aprovechó un pase de Fekir dentro del área y con su pierna mala la cruza imposible para Rubén Blanco. Una de las mejores noticias de este Betis es que cree en las remontadas y cada gol en contra para empezar no acaba en una sangría. Un diez para Pellegrini. Y un diez para Fekir aguantando la bola en una loseta para acabar cediendo y regalando el gol a Canales. Con el marcador igualado, partido nuevo, y el Betis se encargó de controlar la situación y hacer lo que no había hecho al inicio del encuentro. El Celta apenas generó peligro ni futbol, no fue capaz de aparecer por las bandas y mucho menos por el centro, donde Guido fue un parabrisas: despejando balones de lado a lado y siendo un constante apoyo en las alas. Sola la lesión de Ruibal enturbió la primera parte. El canterano se retiró sin apenas poder apoyar el pie y tiene pinta que se perderá bastantes partidos. Antes del descanso, recuperación en el centro del campo, salida rápida de Fekir y el francés vuelve a asociarse con Canales que se encuentra un caramelo dentro del área y solo tiene que armar la pierna para clavarla rasa imposible para el portero. Con toda la segunda parte por delante.
Y como los equipos que tanto gustan a cierto sector de la afición, el Betis se encargó de que apenas se jugara en la segunda mitad. Pero no con antifutbol ni pérdidas de tiempo, si no presionando para forzar posesiones largas del Celta en campo propio y lejos del área de Joel, con un ritmo lento y aburrido que desesperaba a los vigueses. Pero era jugar con fuego. Con el paso de los minutos al Betis se le fue acabando la gasolina y el Celta fue como la marea que sube lenta, pero sube. Las posesiones seguían siendo largas, las pérdidas no forzadas, también, pero el Betis ya no era el mismo en la presión y acabó acusando el cambio obligado de Guido. Demasiado para quién ha llegado entre algodones al partido. Pero el Betis supo aguantar los peores minutos de la segunda parte y a partir del descuento dio una lección. Los jugones entraron en acción y Canales, Rodri y Fekir cogieron la pelota y mFekir arcaron el ritmo del partido para darle la puntilla. Borja Iglesias y Alex Moreno fueron buenas ayudas para presionar y aguantar la pelota hasta que Martínez Munuera decretó el final.
Tercera jornada consecutiva sin perder de un Betique se aupa a la zona alta de la tabla y cierra la primera vuelta con 26 puntos. A la espera de rival para los octavos de Copa, la visita a Anoeta se ve con otra cara.