Partido de sobresaliente de un Betis que supo sufrir, plantarle cara al Real Madrid y merecer un punto de auténtico oro con detalles en diamante que sirve para cerrar el tourlamet del calendario con la friolera de cero derrotas habiéndose enfrentado a los dos equipos de la zona alta de la Liga.
Otro empate más. Pero que empate. El Betis de Manuel Pellegrini ha vuelto a doctorarse en casa de un Real Madrid que fue incapaz de generarle peligro a los verdiblancos, muy afanados en defensa, creando llegadas claras con la pelota y aguantando como los grandes en un partido que se abrió peligrosamente y pudo haber caído para cualquier lado. Eso sí, las dos ocasiones más claras fueron del Betis.
El partido comenzó con un ritmo lento que le valía a ambos equipos. El Madrid parecía cómodo sin la pelota y con la mente en la cita frente al Chelsea de la próxima semana. Pero poco a poco los blancos le pusieron una marcha más, empezó a llover, el Betis perdió la pelota y se fue del ritmo que lo mantenía con vida durante la primera parte. Un excelso Guido en el mediocentro, con las ayudas de Guardado y una pareja de centrales conformada por Víctor Ruiz y Mandi que eran un muro infranqueable. Canales se perdió bajo la lluvia.
Tras el descanso, Pellegrini no tardó en mover el banquillo a la par que Zidane. Contrarrestó la entrada de Vinicius con la de Aitor Ruibal, que volvió a dar una masterclass de intensidad e inteligencia. Con el partido abierto, desapareció el centro del campo y por momentos más que futbol parecía baloncesto. Inicio de jugada, llegara rápida y jugada terminada. Así durante varios minutos donde el Betis pudo acertar. La más clara fue una internada de Guido que se planta ante Courtois dentro del área, no se esperaba esa pasividad defensiva, y sin mirar disparó flojo a las manos del portero. La segunda, un balón desde la banda de Canales a Borja Iglesias, que entre el bote que complicó el control se le hizo de noche tras encimar muy rápido Militao, y sobre todo Courtois. El Betis perdonaba, pero seguía vivo.
La salida de Lainez y el Panda por Loren y Juanmi no aportó el oxígeno y la frescura que se esperaba. El partido se decantó para un Real Madrid que dominaba con la pelota gracias a las entradas de Marcelo y Hazard y a que el Betis ya no salía con tanto peligro. El partido estuvo en el limbo de un Estrada Fernández que permitió demasiado a los blancos, perdonando la tarjeta en varias ocasiones a Casemiro y con un criterio de las faltas curiosamente favorable para los de siempre. El Betis aguantó como un coloso dentro del área, sometido por un Real Madrid que se jugaba la Liga, con la gasolina justa pero demostrando que este equipo, ahora sí, compite cuando y contra cualquiera.
Otro punto, que sabría mejor si se hubiera sumado algo más en partidos como ante Elche o Valencia, pero que deja a las claras que a este Betis no se le va a escapar Europa si sigue con esta dinámica de intensidad y competitividad a partes iguales. Eso sí. Ya va siendo hora de ganar.