El Real Valladolid de Sergio González es un equipo que atraviesa una dinámica realmente preocupante. Lleva sin ganar en LaLiga desde el 6 de marzo en aquel 2-1 frente al Getafe de Bordalás. Además, ha perdido demasiados puntos en el tramo final de los encuentros. Es un conjunto al que le cuesta sufrir para defender los resultados. No es capaz de gestionar bien sus ventajas.
En fase ofensiva es un equipo que sí tiene argumentos y calidad para dominar los encuentros. Rubén Alcaraz organizando, Roque Mesa pisando área, Orellana junto a Plano por fuera aportando calidad y pegada y Shon Weissman dominando en área contraria. Busca la salida desde atrás en algunos tramos con el fin de instalarse en campo contrario, imponer un ritmo alto, darle altura a los laterales, centrar… tienen argumentos para producir cosas arriba.
Los verdaderos problemas del conjunto vallisoletano llegan sin la pelota. Suele plantar un bloque medio y, dependiendo del contexto, son más o menos agresivos en esta presión. El drama defensivo llega en área propia: los centrales no se imponen, pierden duelos, no llegan al marcaje… sufren mucho. Por esto, al Pucela le cuesta defender los resultados; paulatinamente va defendiendo más cerca de Masip, sus centrales no logran defender su área y termina encajando. Es una situación complicada por las carencias sin la pelota sumada a la dinámica en la que está inmersa el equipo.
Para los de Pellegrini es uno de los partidos más importantes del año. Por la puntuación, rivales acercándose, la dinámica de cinco partidos consecutivos empatando, lo cerca que está Europa… es un día clave para ver hasta qué punto el Real Betis merece clasificarse a competición europea la próxima temporada.