Tarde de fútbol, transistores y Betis en un Villamarín vacío que esperaba ser escenario de la clasificación europea de los verdiblancos. Y lo fue. Los de Pellegrini cumplieron, se llevan los tres puntos y ya se han sacado el pasaporte para Europa a la espera de amarrar o no la Europa League en la última jornada. Dependen de sí mismos y deben ganar al Celta en Balaídos.
Pero qué imagen más esperpéntica. El Betis siguió con el mismo guion de las últimas jornadas y especuló todo lo posible, amparándose en que las tempraneras derrotas de equipos como Eibar, Valladolid y Elche salvaban matemáticamente al Huesca. El punto le valía y al Betis parecía dar la sensación que también, pese a los goles locales que iban llegando en Anoeta y La Cerámica. El Betis no reaccionaba y la primera parte se iba acabando bajo un ritmo lento y un sol de justicia que pudo haber influido, pero siempre debió ser más la ambición por ganar y cerrar el partido lo más pronto posible. Solo Rodri fue la buena noticia del Betis en la primera parte. Su desparpajo y hambre mantuvieron vivos a los de Pellegrini. Ni Canales, ni Joaquín, ni Fekir aparecieron y el Betis era un equipo débil, sin ideas, ni continuidad cuando debía ser todo lo contrario.
Tras el descanso, más de los mismo. Seguían cayendo goles a favor de Real Sociedad y Villarreal, que hicieron los deberes pronto. El Celta empataba en el Camp Nou y mantenía en vilo las opciones europeas del Betis. Partido muy igualado en el Villamarín, pero González Fuertes – quién lo diría- desequilibró la balanza en favor de los locales al decretar un polémico penalti sobre Borja Iglesias cuando ambos jugadores van a por el balón dividido y a media altura y el defensor oscense parece golpear al gallego. El árbitro no se lo pensó y pitó la pena máxima. El propio Borja, tras algunos minutos de consulta con el VAR, se encargó de materializarlo, anotando su décimo gol de la temporada en Liga. Pellegrini movió el banquillo dando entrada a Lainez por Joaquín y el Betis mejoró un poco su imagen.
No se atrevió a irse a tumba abierta a por el segundo, pero la pasividad de un Huesca que sorpresivamente parecía valerle con llegar vivo al último partido de Liga dio alas para que el Betis no sufriera tanto en defensa y no se viera obligado a encerrarse atrás como hace tres días en Ipurua. Parecían haber aprendido la lección y el equipo presionaba arriba e intentaba que el Huesca no tuviera posesiones muy largas, pero sobre todo, gracias a que lo de Pacheta parecían dar por bueno perder pese a que el Elche remontara en Cádiz y apretara la zona de abajo.
De nuevo Pellegrini movió el banquillo, dando entrada a Guardado por un inexistente Canales y a Loren por Borja Iglesias. Con el paso de los minutos, el Huesca buscó con un poco más de intención el área de un Claudio Bravo que no sufrió ni recibió disparos a puerta, pero la peor de las noticias es que el Betis no fue capaz de marcar el segundo pese a gozar de contragolpes con superioridad manifiesta. La mejor de todas, una galopada de Guido y Guardado contra el portero en el que el argentino se acaba durmiendo y el defensor le roba la pelota desde atrás. El gol del Celta en el Camp Nou metió el miedo en el cuerpo, pero el marcador no se movería más y el Betis, ahora sí, puede respirar tranquilo.