Lo vivido anoche fue un auténtico sueño para cualquier aficionado bético, y seguro que algo inolvidable para aquel que asistió en vivo y en directo al Olímpico de Roma. Servía el empate, pero Luiz Henrique quiso que solo sirviera ganar. Lo dijo Pellegrini y tanto Rodri como el brasileño lo quisieron poner a la práctica.
En esta entrada debo destacar dos puntos: el equipo y la afición. El equipo ha hecho un partido digno de Europa League. No quiero exagerar, pero desde Milán no veía un choque tan disputado y a su vez, tan precioso de ver como el de ayer en el feudo lupo, hablando en competición europea. Posiblemente se vio al Guido más completo en mucho tiempo en un partido. No sólo llegó a ser el mismo perfil de contención que conocemos, sino que también vimos una versión más atrevida, más ofensiva, algo que no se ve casualmente. Se atrevió a tirar desde lejos y sorprender a Rui Patricio, y lo consiguió.
Lo de Fekir duele, saber que tu jugador estrella vuelve a caer después de un mes lesionado frustra. Y más sabiendo que él mismo puede dar la guinda del pastel a un equipo que está siendo una maravilla en el juego. Esperemos que su lesión sea leve dentro del cuadro de posibilidades y que vuelva lo más pronto posible. Aunque hay que destacar, mirando lo positivo, a Bravo. El chileno hizo uno de los mejores partidos con la camiseta verdiblanca y fue un verdadero muro. El paradón al misil tierra-aire de Dybala a su portería fue el ejemplo más claro de ello, y de que tiene los brazos de hormigón armado.
Más allá de individualidades, el equipo en conjunto estuvo fenomenal. Medirse de tal manera ante la Roma, con un estadio repleto de aficionados de color rojo, no era para un encuentro cualquiera. Fue un encuentro donde debía surgir la veteranía, donde los errores tenían que estar aprendidos y los puntos fuertes, mejorados. Y salió. Porque el Betis aplicó a la perfección ese dicho de Julio César que decía «Veni, vidi, vici«, aunque después se tuviera que esperar al 87′ para sonreír.
Mourinho buscaba hacer de su estadio un fortín ante el Real Betis, pero el poder de la afición todo lo puede. Esa locura verdiblanca que tanto nos encanta resaltar volvió a surgir en Roma. Las imágenes que veíamos de la Piazza del Poppolo hacía parecer que Roma es verdiblanca y las que salían de la señal de televisión en el estadio dejaban la piel de gallina. Eran el jugador nº12 del Real Betis, como siempre lo ha sido en su historia. Honor a los desplazados por representar el sentimiento verdiblanco de miles de personas.
Y es que no fueron once jugadores en el campo sólo, ni cuarenta personas que formen la plantilla entre jugadores y cuerpo técnico. Ni 300 como Leónidas y sus soldados. Eran casi 5000 voces que cantaban y animaban a su equipo dejándose la garganta para verse recompensados con la victoria. Una victoria que se grabará en la mente de los béticos como otro gran triunfo en un año donde las anécdotas rebosan dichas cabezas.