Contra todo y contra todos. El Real Betis vio cómo, en su propia cara, el rival le desvalijaba la caja de herramientas al Ingeniero. La caja entera. El rival, que no el Rayo Vallecano. Y es que el conjunto de las trece barras jugó en el estadio de Vallecas contra Alejandro Muñiz Ruiz. Los análisis y observaciones post partido deberían ir siempre más allá de las polémicas arbitrales, pero cuando la actuación de un colegiado condiciona de una forma tan desmesurada el devenir y resultado de un encuentro, no queda otra que escribir conforme a los hechos acontecidos. Porque cuando en un partido de fútbol el protagonista no es un futbolista, ni siquiera un entrenador, hay quienes tienen que asumir responsabilidades. A la cuadrilla de Manuel Pellegrini le dio tiempo a llegar a Madrid, enfundarse el mono de trabajo e incluso poner las primeras piedras del Plan trazado para edificar en verdiblanco sobre Vallecas, pero casi antes de que se dieran cuenta, un improvisado antagonista le dio la vuelta a la jornada laboral de los heliopolitanos. «¿Dónde están los planos?». Alejandro Muñiz Ruiz tiró por tierra muchas de las posibilidades de que los peones vediblancos terminaran la faena a tiempo, pero el chileno tiene el Plan 2.0 grabado a fuego en la cabeza.
Porque, por suerte, las polémicas arbitrales no lo son todo. Más allá de la impotencia por los continuos errores sufridos y el amor propio mostrado al ver pisoteada la dignidad de los colores que representan, los pupilos de Manuel Pellegrini se dedicaron a jugar al fútbol. Incluso en eso, con un jugador menos sobre el terreno de juego (y otro de más en el bando rival), fueron mejores. La cuadrilla bética quedó descompensada. El trabajo de 11 tendrían que repartírselo entre los 10 obreros restantes. Un trabajo arduo, más si cabe al tratarse de uno de los terrenos más complicados de edificar en España. Con todo y con eso, los peones del Ingeniero sacaron fuerza y técnica a partes iguales para intentar terminar el máximo número de tareas posibles. O por lo menos, todas aquellas que las adversidades que estuvieran por venir les permitieran completar. Los de las trece barras no solo se pusieron por delante en el marcador, ya sin Álex Moreno entre los 22 (o 23) protagonistas, sino que tuvo ocasiones incluso para ampliar su ventaja. El ejercicio de resistencia no fue perfecto, pero a muchas de las actuaciones del Real Betis, por no decir todas, no hay un solo «pero» que ponerle.
La magia de Sergio Canales, el equilibro defensa-ataque de Héctor Bellerín o la exhibición defensiva de Edgar González. Todos se hicieron notar sobre el terreno de juego. Pero, ¿y William Carvalho? El único «pero» del portugués es que decidió ofrecer su mejor versión el mismo día que Alejandro Muñiz Ruiz quiso convertirse en primer y casi único protagonista. Tal fue el ansia del árbitro gallego en acaparar los focos de Vallecas que, cuando vio peligrar su ‘MVP’ en los últimos lances del juego, le arrebató la oportunidad al centrocampista luso de consagrarse como héroe del partido en plena jugada maradoniana. Que William Carvalho se ha apuntado al Plan 2.0 de Manuel Pellegrini no es noticia. Es más que una realidad. Su desempeño en el equipo de trabajo del Ingeniero sigue asombrando a la parroquia verdiblanca, pero no tanto por la forma como por el fondo. Tres temporadas y media después, el peón número ’14’ de los verdiblancos ha alcanzado la regularidad en su rendimiento que tantas veces se le había intuido pero que nunca terminó de lograr. Y lo ha hecho contra todo y contra todos.