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Bético de Ultramar

Minuto de aire. Minuto decisivo

Tras un partido espeso y hasta aburrido con los de Vitoria-Gasteiz, vino Borja Iglesias a recordarnos un poco de nuestro ADN y de lo que estamos hechos.

Me hizo recordar una broma recurrente que tengo con una amiga bética, en donde asegurábamos que en estos colores se sufre hasta el 93. Todo surgió en aquella fecha Betis-Valencia el 23 de noviembre de 2019, cuando empatados 1-1, Sergio Canales a balón parado puso un calcetinazo en el ángulo que levantó el rugido de un Villamarin incrédulo que celebraba la hazaña. Justamente en ese último aliento de partido al minuto 93.

Y es que la historia más reciente habla a nuestro favor, pero ciertamente a veces en contra: También con el Alavés, el 13 de septiembre de 2020, Tello finiquitó el empate a cero, al minuto 94 para la victoria Verdiblanca. Un año después, es decir el 13 de septiembre pasado, el empate con el Granada lo descabellaba Sergio Canales al 89 para llevarnos los tres puntos a casa. El 23 de enero pasado visitábamos a los del Anoeta quienes nos derrotaban 2-1 pero Joaquin puso uno de esos empates con la dulzura para quien roba un punto y el sabor amargo casi a derrota, para quienes perdieron 2. Era el minuto 92 cuando apareció el capitán vestido en el uniforme obispo para meter un remate incómodo que rebotó raro en el piso y terminó entrando ante las miradas frustradas de los donostiarras. Alguacil muy serio estrechaba la mano del Ingeniero, quien caminaba con complaciente sonrisa.

El 30 de octubre de 2019 recibíamos a los Celtinhas con quienes empatábamos a uno, pero el descuento para la victoria la puso el franco-argelino Nabil Fekir al minuto 90, para dar el estoque de muerte con un 2-1 histérico por razones lógicas.

Por el caso contrario, nos han puesto el tiro de gracia también en esos minutos finales. Tonteras como esa expulsión de Loren frente al Getafe con quien empatábamos y al 94 metió un codo innecesario. En septiembre de 2020, recibimos al Real Madrid quien comenzó ganando desde el minuto 14. Al descanso el Betis se iba al vestuario un poco más tranquilo ganando 2-1, comenzado el segundo tiempo vino el empate de los de Chamartin y Sergio Ramos puso el último clavo del ataúd al 85 para perder el pulso en dicho juego.

Con el Barça nos llevamos una bala de plata en la sien en febrero de este año cuando empatábamos a dos en un muy cerrado y sufrido partido. Fue aquel donde Victor Ruiz metió uno en propia puerta y uno en la adecuada. Se veía un Betis con un espíritu inquebrantable y con una sed y ambición que se agradecía, pero de nuevo vinieron esos minutos finales que definen todo y que en nada ayudan nuestra cardiología. Llegó el lusitano Francisco Trincão quien venía de cambio, para provocar uno de los mas grandes desazones que hemos tenido en los últimos tiempos. Los blaugranas se ponían 2-3 al minuto 87 provocando niveles de bilis preocupantes.

Con el otro equipo de la capital catalana, otra historia muy muy similar: recibiamos al Espanyol, quien se puso rápidamente 0-1 con un gol de Vidal. Uno en propia puerta de Pedrosa, nos daba el empate a uno pero como el último minuto también tiene 60 minutos, Fekir haciendo un “Betis” descontaba al 45+4 para dar una bocanada de oxigeno resucitador. Salieron al segundo tiempo con la tranquilidad de ir arriba y dominar la pelota, pero la sonrisa se desdibujó cuando Leando Cabrera decidió dividir los puntos y meter la bola al final de la red al minuto 97. Maldito minuto 97.

Recurrí al gran Alfonso del Castillo y su privilegiada memoria y documentación bética y le preguntaba sobre este tipo de acciones. Me recordaba una grave y difícil de olvidar: 3 Abril de 1966 en la Rosaleda, el Betis en la cuerda floja por el descenso. Ganar o morir, morir o matar. Con un gol de Ansola, en el minuto 22 el Betis respiraba y se aferraba a la categoría, pero en el último minuto, en el 90, el empate para el Málaga en los pies de Otiñano condenaban matemáticamente al descenso al herido de muerte Betis, que se fue a Segunda División en un minuto de aire, minuto decisivo que no pudo contener.

Habrá entonces equipos cuyas intensidades sean diferentes, cuyas cualidades les permitan mantener una salud adecuada, pero en este equipo esa máxima no aplica porque somos capaces de perder un juego en los últimos minutos, pero también somos capaces de revertir la hecatombe con acciones heroicas, porque también estamos hechos de eso. Pensaba en aquel cuento de Roberto Fontanarrosa sobre el viejito Casales y el sufrimiento “canalla” (como llaman a los de Rosario Central) y encuentro que el Betis es un equipo muy similar. Eso lo cuento en la próxima columna. Por lo pronto insistir en que para nosotros, esos últimos minutos pueden ser decisivos para bien o para mal, no hay que abandonar al equipo si se está en la cancha y no hay que apagar el televisor si se está en casa porque con el Betis siempre Betis, todo puede suceder.

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