Siempre habrá alguien que diga…

Nunca hubo una afición, tan pasional y entregada, que fundara hasta una Religión, Religión Verdiblanca.
Se llamaba “Musho Betis ee”, y los domingos por la tarde, sus millones de fieles le rezaban la salve: “Musho Betis, Musho Betis ee…”

Como la fe les mueve, y la fe mueve montañas, siguieron a sus futbolistas, convertidos en apóstoles, por todos los estadios del mundo, por eso a mí ya no me extraña que consiguieran el 23 de abril’22 una hazaña de gran categoría.

Y estos aficionados que fueron los que defendieron a su equipo de los mejores infiernos, y de las más tristes victorias, merecían una noche como aquella coronada por nuestra verdiblanca bandera.

Yo, tengo un retoño sagrado, y si por mi culpa sale enfermo de verde, blanco y beticismo como su bendito padre, estoy seguro de que tendrá el privilegio de no contagiarse de otros, porque se envenenará conmigo.

Lo llevaré al Benito Villamarín para cruzar sus entrañas, allí lo pondré en pie para empapar de veneno su inocente corazón, y conquistar de beticismo su alma.

Luego con mi bufanda al cuello, solo frente a él y con las manos temblando, le diré cuando llegue el final: “el Real Betis te acompañará por siempre” y él se dará cuenta de que esta locura es… “mucho más que un sentimiento, que un escudo o una bandera, mucho más que todo eso, más allá de la frontera. Siempre habrá alguien que diga Viva el Betis Manquepierda.”