“Nunca sabré a ciencia cierta las veces que me equivoco. Estoy seguro de que son muchas. Pero donde quiero llegar, es a que la mayoría de las veces no nos enteramos de los errores que cometemos. La naturaleza nos ha dado el don de la palabra, pero también el de elegirlas, el de jugar con ellas, el de engañar y engañarnos y, cómo no, el de callarnos. Pero la vida no calla y el tiempo tampoco. Estos te chillan a la cara, tienen una memoria intacta y para bien o para mal te recuerdan, a veces, que eres un humano torpe, errático, vulgar y mortal y sobretodo, te recuerda, que lo único que hacemos inocentemente desde que llegas a este mundo hasta que lo dejas, es amar”.
La primera vez que escuché este texto fue en la Casa Colón (Huelva) segundos antes de que diera comienzo el concierto del artista Pablo López. Desde aquella vez, no paro de encontrar similitudes entre lo que quería transmitirnos el artista y lo que es al fin y al cabo el beticismo a día de hoy. Cada persona es diferente, pero en lo que coincidimos todos es en el amor por unos colores, un escudo y una bandera que ondea al final de palmera, en definitiva, amor por la herencia de quien más te quiso.
Últimamente, sobretodo en este mercado de fichajes, me he dado cuenta de que hay gente que parece haber perdido ese sentido de amor incondicional a las 13 barras que nos caracteriza a todo el beticismo. Esto no hace más que dar pie a una guerra continua entre béticos y béticas por pensar o ver las cosas de manera diferente, mientras tanto, corren ríos de información donde cualquier paso en falso puede colocarte en el centro de la diana. Siempre he defendido a ultranza la libertad de opinión siempre y cuando se manifieste de manera respetuosa y educada. Respeto y educación, justamente dos valores que se están perdiendo en esta nueva ágora del siglo XXI que es Twitter.
Desde la clasificación a Europa League se notaba un ambiente de miedo y duda sobre cómo quedaría confeccionada la plantilla para afrontar una nueva temporada con tres competiciones a la vista. Este ambiente por momentos fue empeorando viendo las llegadas y las pocas salidas del club, todo un verano lleno de altibajos anímicos que hasta prácticamente las últimas 48 horas de este mercado no unió a la afición al ver posible, finalmente, la llegada de Héctor Bellerín y el casi pero fallido aterrizaje en Heliópolis de Dani Ceballos.
Todo esto, bajo un denominador común, Antonio Cordón. Donde muchos han dudado constantemente de su profesionalidad, incluso yo en algunos momentos llegué a dudar, pero pese a tener una situación económica complicada y un mercado de fichajes atípico, creo que ha conseguido, de manera notable, suplir las bajas e incorporar jugadores que aportarán. Estas aportaciones no serán solo a individual con la calidad de cada jugador, sino generando también espacios de competencia por ganarse un puesto en el once de Manuel Pellegrini. En definitiva, yo confío en el plan del ingeniero y en que el trabajo de la dirección deportiva de este año buenos resultados. Desde aquí quiero hacer un llamamiento a la afición bética, para que esté más unida que nunca, pese a que existan fuerzas que busquen el enfrentamiento, la discordia y los ataques entre el beticismo, el Betis es mucho más que eso. No olviden nuestros colores, verde “esperanza” y blanco “paz”. Siempre estará presente la premisa de que te animaré cuando menos lo merezcas porque será cuando más lo necesites