Un gol de Leandro Cabrera en el 97’ deja al Real Betis sin los tres puntos después de ver como desperdiciaba demasiadas ocasiones ante un rival que le inquietó muy poco durante los minutos que jugaron once contra once. Soto Grado, protagonista en un nefasto arbitraje.
Quien no llora, no mama. Está claro. El Real Club Deportivo Espanyol lloró y mucho durante toda la semana después de que en la pasada jornada el Atlético de Madrid se llevara la victoria ante los pericos con un gol en el 98’ y con diez de alargue. Y si lo de Soto Grado hoy no ha sido premeditado para paliar esas quejas, ha sido desde luego sospechoso de ello.
Pero eso no quita que el principal culpable del postrero y final empate en el marcador es el propio Betis. La tuvo de todos los colores durante, sobre todo, el inicio de la segunda parte. Y todas las desperdició. Tenía al Espanyol contra las cuerdas, noqueado tras sufrir la remontada justo antes del descanso, y lo pudo pagar por no salir a la segunda parte. Pero el Betis dejó el marcador abierto y esto es futbol, donde puede pasar de todo, y acabó pasando. Una discutida expulsión de Pezzella en el 78’ puso las bases para terminar de dar todas las oportunidades posibles a los visitantes. Primero Soto Grado sacó amarilla al argentino por la entrada sobre Aleix Vidal, que con su pasado sevillista llegó al Villamarín con ganas de ser un incordio. La amonestación se quedó ahí, pero cuando el jugador se levantó del suelo y enseño la brecha que tenía en el tobillo, todo cambió. Entró el VAR, con el reincidente Sánchez Martínez, el colegiado se asustó, fue a la pantalla y le faltó la frialdad y capacidad de análisis que requiere su profesión, dejándose llevar por lo aparatoso de la herida y no por la jugada. Una entrada sin dureza de Pezzella, que no clava los tacos, si no que roza tras golpear con la bota al rival. Cosas peores ni siquiera han sido roja, y no hay que irse muy lejos del Villamarín. El Betis aguantó, pero 8 minutos de descuento eran demasiado. Y en el único tiro a puerta del Espanyol en la segunda parte acabó encontrado el empate.
La pena es que el Real Betis jugó los mejores minutos de la temporada y de los últimos meses. Con un ritmo eléctrico y buscando la portería desde el principio. El Betis pudo adelantarse en el marcador pronto, pero Rodri mandó al palo el disparo después de la imprecisión defensiva del Espanyol. A los siete minutos, primer problema. Se rompe Víctor Ruiz y Edgar tiene que entrar. Para colmo, el Betis se desconecta con ese traspiés y el Espanyol se adelanta después de aprovechar un robo al borde del área y jugar rápido para que Vidal empujara el balón dentro del área. El robo, por cierto, una falta clara sobre Guido que ni Soto Grado –en primerísima fila- y el VAR no quisieron pitar.
El Betis se recompuso y de qué manera. Siguió con el ritmo, la verticalidad y la intensidad, que enganchó al respetable y formaron la comunión más perfecta del futbol español. Willian José avisó con un disparo desde lejos que pasó rozando el palo, entre la madera y Diego López evitaron el gol de Rodri tras un gran contragolpe y Fekir y Alex Moreno fueron un dolor de cabeza constante para la defensa. Mientras tanto, Soto Grado con un arbitraje permisivo para el Espanyol y castigando por nada al Betis en cada acción. Willian José empataría el partido aprovechando un pase filtrado de Canales y batiendo a Diego López en el mano a mano. Fekir estaría a nada de hacer el segundo en la siguiente jugada, pero encontraría su premio justo antes del descanso aprovechando el pase de Bellerín, que robó con garra un balón en área rival cuando parecía marcharse por línea de fondo.
El resto de la historia ya la conocen. El Betis se lleva un punto de un partido donde tuvo que jugar contra los elementos y se queda sin Víctor Ruiz y Pezzella para visitar Pamplona el jueves. La pregunta no es quién jugará con Edgar, la pregunta es: ¿Será el último mangazo al Betis o seguirá siendo impune robar en el Villamarín?