Un gol de Borja Iglesias en el 88’ manda los tres puntos a Heliópolis en un partido demasiado igualado y que el Betis se empeñó en igualar. Desaprovechó su superioridad, dio vida al Deportivo Alavés, que estuvo muy cerca de marcar, pero el acierto final volvió a salirle cara a Manuel Pellegrini. Los verdiblancos duermen a dos puntos del segundo clasificado.
Poquito a poquito, pero el Betis suma y sigue. Hoy de nuevo fue uno de esos partidos que no sabe muy bien como acabó ganando, pero lo ganó. Y en el futbol eso es irrefutable. Un equipo marca un gol más que el rival y gana el partido, le dan los tres puntos y fin de la historia. Hoy el Betis no fue mejor que el Alavés, no mereció ganar e incluso los locales estuvieron mucho más cerca de hacerlo, pero la calidad es la calidad y Pellegrini sigue tocado por una varita mágica que parece no agotarse nunca.
Volvió a ser en el 88. Volvió a ser Borja Iglesias. El primer balón que tocó desde que entrara ya avanzada la segunda parte sirvió para alojarla dentro de la portería. Asistencia de Joaquín. Incombustible. No podemos decir que revolucionó el partido porque el eterno capitán no está ya pare revolucionar nada, pero sigue teniendo ese olfato para saber dónde estar y dónde colocarla. Y el pase a Joaquín, de Fekir. Un Fekir que parecía dormido entre tanta entrevista a lo largo de la semana y más pensando en los halagos que ha recibido en las últimas jornadas.
Y es que el partido del Betis fue, digamos, horrible. Horrible en muchos sentidos. El primero y el más crónico, por dar vida a un rival al que tenía encerrado en su área cuando llegábamos a la media hora de partido. Los de Pellegrini asediaban a los de Calleja con la posesión en campo rival, desbordes de los laterales, magia pura en las botas de Canales, Rodri y William Carvalho, pero con un solo tiro a puerta en toda la primera parte. Uno de Fekir y que casi entra si no es por los reflejos de Pacheco. Pero el Betis, dentro de su torpeza, se encargó de meter en el partido a un Alavés que estaba rezando por sobrevivir al partido. Y tanto que lo hizo. Hasta dos palos acabó dando y un sinfín de llegadas al área de Rui Silva que lo igualaban todo. El Betis se empeñó en sacar el balón desde atrás en corto pese a la presión del Alavés y en esa presión se fue diluyendo y yendo del partido. Sin la pelota, el Betis es un equipo muy endeble y en defensa puede pasar cualquier cosa. El Alavés no acabó ganando el partido porque suma apenas dos goles en nueve jornadas y esa nula capacidad de marcar lo condiciona todo.
El Betis hoy volvió a salvarse. Otra vez lo oportunista y ventajista del resultado le volverá a dar la razón a Pellegrini, pero la realidad es que este equipo enracha ya demasiados partidos donde suma más puntos de los que merece. Y mientras siga así, perfecto. El problema es que no siempre le saldrá así. Algún día se agotará la flor del jardín de Pellegrini y su Betis.