Los verdiblancos se han levantado con una sonrisa de oreja a oreja después del espectáculo que han visto sus ojos ante el Valencia. Los de Bordalás sabían a lo que se enfrentaban, pero no se esperaban tal bombardeo. Se toparon con un Betis que llegó a alcanzar su cénit en cuanto a juego en el partido. Un equipo contundente en el robo, inteligente en las cesiones pero sobre todo, con hambre, mucha hambre, de goles. Y es que un 4-1 donde el Betis nunca se haya visto presionado en ningún momento es bastante difícil de ver y algo que muestra la confianza que Pellegrini ha inyectado a los suyos.
El chileno sacaba un once con pocas rotaciones. Con Bravo en portería, Pezzella y Víctor Ruiz formaban la dupla defensiva y Montoya y Moreno formaban los laterales. En el centro del campo, destacar de nuevo la dupla Guido-William, impecables ambos dos. Fekir, Canales y Juanmi formaban la línea de mediapuntas y en la delantera, Borja Iglesias ofrecería la potencia ofensiva.
Por parte de los valencianistas, Cillessen cubría la meta; Alderete, Paulista, Foulquier y Gayà defendían la retaguardia del equipo; Guillamón y Wass se encontraban en la sala de maquinas, ambos cubiertos por Guedes y Vázquez por bandas y en la delantera, doble punta para Marcos André y Hugo Duro.
El partido empezó de manera muy positiva para el Betis. Situación beneficiosa con un juego con balón muy fluido y salvando las ocasiones más peligrosas del Valencia en el principio del partido. Bravo supo gestionar muy bien a la defensa desde atrás, además de realizar muy buenas paradas para evitar cualquier tanto de los chés. Pero el equipo en ningún momento se durmió, todos estaban enganchados. Estirados por todo el campo, el Betis dominaba y neutralizaba cualquier acción del rival, el Valencia no sabía por dónde podía llegar la jugada.
Pero lo importante del juego verdiblanco fue la posesión, una muy aplastante en los primeros 20 minutos (cerca del 75%) y que sabían aprovechar los verdiblancos materializando esa superioridad en goles. El único momento que en el que se vio al Valencia con algo más de peligro fue después del gol de Paulista, pero su estado de gracia les duró poco. En la segunda parte, continuaría la fiesta. Seguiría el partido en su guion frenando los balones que el Valencia enviaba a las espaldas de Germán y Víctor. El partido dejó claro que mientras estos hombres tengan ambición y Pellegrini tenga el día con la pizarra, son un equipo realmente difícil de batir. Cada vez es más complicado verle los errores defensivo al club y la confianza que muestran en cada acción los hace muy peligrosos.
Aquí toca destacar al centrocampista portugués. William Carvalho mostró un juego maravilloso, dando a relucir tanto su físico para proteger el balón como su visión de juego y su calidad en el pase para dejar con mucha ventaja a sus compañeros cerca del área. Brutal el repertorio de recursos del luso que aportaron muchísimo a los verdiblancos. También destacar a Martín Montoya. Del ex del Barcelona se esperaba, como mínimo, que cumpliera y rindiera según su rol de suplente, pero está aprovechando las rotaciones a las mil maravillas. Muy completo el defensor, llegando siempre a portería rival por la derecha y sin titubear en defensa. Su evolución claramente ha ido de menos a más y quizás veamos una dupla en esa banda que haga echar de menos a Sabaly.
Ya marchan a la capital de España donde se enfrentarán al último campeón de LaLiga: el Atlético de Madrid. Si este partido ha sido divertidísimo, el duelo entre los entrenadores sudamericanos puede ser una auténtica bomba en el caso de que los dos equipos lleguen a ofrecer su máximo nivel.