El Real Betis disputó su último partido en la fase de grupos de la UEFA Europa League en el Celtic Park ante un conjunto escocés muy enérgico. Los pupilos del técnico Pellegrini no pudieron superar a los de Postecoglou tras una auténtica locura de encuentro donde se decantó por un penalti. Los errores defensivos, las grandes ocasiones falladas, el juego de ida y vuelta… Muchos aspectos que recalcar en un choque de mucha velocidad.
Empezaría el partido con un planteamiento similar al de todas las jornadas. Intentando buscar a Joaquín o Lainez, que buscaban aprovechar bien sus minutos, querían conseguir ese plus de ataque con Borja Iglesias, que demostró en el partido que, si tiene espacios en la jugada y define como debe, es una bestia en el área. Aún así, las sensaciones eran distintas. El Betis no se veía tan incómodo como en la segunda mitad, se veían a gusto en el campo con múltiples jugadas que tuvo que evitar Bain para no encajar más goles. A veces jugar sin presión, tiene sus desconexiones. Bien, pues en este equipo se vio muy claro. Desde el minuto tres, con un gol desde un saque de esquina, demostró que el Betis necesitaba encenderse.
El partido comenzaría a romperse más y el Celtic necesita estos contextos para salir ganando. Gracias a sus contrataques fulminantes, dejaron a la defensa sevillana rota en varias ocasiones, muchas de ellas con un referente común: Kyogo Furuhashi. El nipón quiso darles la carta de bienvenida que no pudo dar en Sevilla por su lesión. El juego de los locales se enfocó a la izquierda, la banda de Kyogo, donde captaba muchísimos balones y ganaba en potencia de salida ante Ruibal y Pezzella constantemente. Hablamos de un jugador muy técnico, un pelotero con mucha agilidad y velocidad, pero sobre todo, mucha atención sobre lo que ocurre en el campo. Con el japonés en el césped mostró las múltiples carencias de Ruibal en defensa, al que probó Pellegrini como «lateral de emergencia».
La segunda parte dejaría de tener sentido allá por el minuto 70, pero antes de ello, se contempló la otra cara del Betis. Este equipo se veía adormilado. Tenía graves errores en salida de balón, sobre todo en los pases. Edgar y Pezzella eran incapaces de avanzar con el balón. No ayudaba nada la presión alta que ejercía el Celtic a la línea defensiva, que obligaba a la zaga a enviar en largo, pero su pasividad en el juego era tan preocupante en la primera mitad del segundo tiempo que fueron muy culpables de las ocasiones que gozaron los Celts.
A partir del siguiente momento, del gol de Borja Iglesias, que apareció como una bestia en busca del balón y la portería, el partido se rompería por la mitad. Jugadas de ida y vuelta constantes, múltiples ataques de parte de ambos y muchas, muchas ocasiones falladas. Impresionó lo que costó realizar un gol a Bain, que fue productor de muchas ocasiones para el Betis por su pésimo juego de pies. Con una presión alta, el Betis quería robar cerca del campo rival para evitar cualquier contragolpe. El Celtic se hallaba enterrado en su campo para evitar más goles en contra. Joaquín intentaba buscar recibir y servir el pase entre líneas que dejase a William José solo ante el meta, pero sus líneas estaban muy juntas y era imposible continuar.
Partido intrascendente en la temporada del Betis ya que se vendió todo el pescado en Hungría, pero que sirvió para ver el nivel que viven muchos suplentes. Preocupa muchísimo la versión de Miranda esta temporada, su cruz respecto al año pasado. Ante un Alex Moreno mejorando por momentos, el perfil de Olivares cada vez se aleja más de sus posibilidades de ganarse la titularidad. Por otra parte, Ruibal en el lateral debe ser una opción muy explícita. Lento en la anticipación, muy poco participativo en defensa, un auténtico correcalles su carril. En general, el rol de lateral de «urgencia» se debería cumplir de manera muy concreta.