El Real Betis perdió muy pronto de vista el balón, pero también el miedo. Al Plan de Manuel Pellegrini se le puede añadir el prefijo de «mega» porque las dimensiones que están tomando no son propias de la historia reciente del club de Heliópolis. Los obreros del Ingeniero se subieron a los andamios con recelo. La cuadrilla bética salió con los mejores peones verdiblancos y una racha de sensaciones positivas como los mejores arnés y casco posibles, pero el inicio de la jornada laboral fue sufrido. No pasa nada por admitir que, durante buena parte de la primera mitad, la Real Sociedad fue superior al conjunto de las trece barras. Los de Imanol Alguacil, más que por la peligrosidad de sus acercamientos, que también los tuvo muy claros, hizo temblar (de miedo) a las gradas del Benito Villamarín por su empuje. Durante el resto del partido, el temblor continuó, pero esta vez fue de alegría. Aunque todavía queda mucho camino que asfaltar, el equipo de trabajo del chileno observa lo construido desde las alturas, en lugar de con la cabeza gacha, mirando hacia arriba. Quién te ha visto, mitad de tabla, y quién te ve, puestos de Champions League.
Buena culpa de lo mucho y rápido que está creciendo el equipo la tienen aquellos jugadores que han dado un paso al frente y, de ser casi defenestrados, se han convertido en piezas claves e inamovibles del Plan 2.0. Y es que, tras escuchar al Benito Villamarín corear al unísono eso de «Juanmi, Selección», hay a quienes les parece casi una falta de respeto que en el templo bético no se haya cantado lo mismo con el lateral izquierdo titular del Real Betis. Quién te ha visto y quién te ve, Álex Moreno. Si en los inicios del Plan del Ingeniero, el catalán quedó relegado a un muy segundo plano tanto por su falta de contundencia a la hora de trabajar como por el buen hacer de Juan Miranda a las órdenes de Manuel Pellegrini, hace dos temporadas el dinero que pagó el conjunto bético por Álex Moreno se consideraba ni más ni menos que una inversión perdida. El lateral no solo le ha dado la vuelta a la situación, sino que se ha convertido en uno de los ojitos derechos del jefe de obras. Marca, asiste, ataque y, sobre todo tratándose de Álex Moreno, defiende. Porque sí, lo demás (aunque no tan bien) ya se sabía que podía hacerlo, pero las labores defensivas eran una tarea pendiente.
Cambian los jugadores, cambian las aspiraciones, cambia el club y cambia todo. Mientras más días pasan los obreros de Manuel Pellegrini con el mono de trabajo puesto, más capaces se ven y creen de expandir el Plan hasta unos márgenes difícilmente imaginables. Porque aunque el Ingeniero siga teniendo los pies en el suelo –y la cabeza en Talavera–, la mentalidad (ganadora) que ha enterrado con cemento en la cabeza de sus jugadores es la que les ha permitido asaltar el Camp Nou y golear, que no ganar, a un rival directo en la carrera por los puestos europeos. ¿Cuáles? El tiempo dirá. Llegarán días malos a las oficinas del Benito Villamarín; se estropeará la maquinaria, las tareas previstas quedarán sin terminar y el rendimiento de los peones verdiblancos no será el esperado (o necesitado). Pero, por el momento, al Ingeniero le falta papel para los planos y herramientas para sus trabajadores. Todos suman, nadie resta y el Benito Villamarín al completo esboza una sonrisa pocas veces vista en la historia del club. O al menos de una forma tan intensa. Quién te ha visto y quién te ve, Real Betis.