Cuando la cuadrilla de Manuel Pellegrini parecía estar adentrándose en una cueva de difícil y peligrosa salida, la magia hizo acto de presencia. Qué mejor momento para que el equipo de trabajo verdiblanco vuelva a recuperar la sonrisa –y con este la afición de las trece barras– que en las fechas de la ilusión. En el Real Betis, visto el 2021 realizado, no había desilusión, pero sí algo de medio. Y es que la posibilidad de que un mal sueño derivase en pesadilla estaba ahí. El foso en el que habían caído los peones del Ingeniero es de esos en los que, o sales rápido, o el daño puede llegar a ser (casi) irreparable. Pero una fría y algo gris (por lo sucedido en LaLiga semanas atrás) tarde de cabalgatas terminó convirtiéndose en una plácida noche de Reyes. Aunque para rey, uno. En las calles, en forma de caramelos, S.S.M.M. los Reyes Magos de Oriente se encargaron de repartir magia. Sobre el césped del José Zorrilla, Nabil Fekir, o mejor dicho, la mejor versión de Nabil Fekir hizo lo propio con el beticismo. El balón fue su caramelo, y los pies del genio de la lámpara, la ilusión.
Por suerte para el chileno, el obrero francés no volvió solo. ¿Qué mejor regalo para el 6 de enero que la vuelta en plenitud de facultades tanto de Nabil Fekir como Guido Rodríguez? Era noche de Reyes, pero el Plan 2.0 no podía marcar. Los obreros béticos tenían que ponerse el mono de trabajo antes de llegar a sus casas para descansar con la familia. Ya fuera por el defectuoso resultado del último trabajo realizado por los pupilos del Ingeniero, las ganas de llegar a casa con el mayor de los regalos bajo el brazo o la necesidad de no revivir posibles derrumbes del pasado –llámese CF Talavera–, el equipo de trabajo bético fue tan rápido como efectivo. El Real Betis dejó en Valladolid una actuación sin fisuras, con algo de aceleración y premura en los primeros compases de partido, pero con la convicción de que, viendo portería pronto, el equipo de Pacheta, que llegaba en plena racha positiva de resultados, tendría que doblar (y triplicar) esfuerzos para que los de Manuel Pellegrini hincaran la rodilla. Y así fue.
Pero como todos los años, por muy bien que te portes o mucho que trabajes, siempre habrá algo por lo que los Reyes Magos te puedan dar un tirón de orejas. Otra vez el Real Betis pudo regalar, además de una victoria, un festín de goles a la parroquia verdiblanca. Pero otra vez el Real Betis, además de una victoria, privó al beticismo de una goleada de esas con las que todo aficionado al fútbol disfruta. Los planos diseñados por el Ingeniero para la misión vallisoletana eran sólidos y con múltiples soluciones por si, de primeras, no se daban. Pero es que los trabajadores de Manuel Pellegrini necesitaron de demasiados picos, demasiadas palas y demasiada maquinaria, tantas veces utilizada además, para perforar el muro de Roberto Jiménez. Eso sí, cuando lo consiguió, lo hizo bien. Un triunfo, un pase a la siguiente ronda de la Copa del Rey y dos golazos de bandera para que todo pequeño bético, y también mayor, pudiera abrir con más orgullo todavía la camiseta de las trece barras que se encontró el 6 de enero bajo el árbol.