Está visto y comprobado que, en #ElGranDerbi, y durante esta temporada, los detalles marcan partidos y resultados. El problema es que para el Real Betis, en ambos encuentros ligueros, los detalles se tornaron en derrota. Lo que la expulsión de Guido Rodríguez supuso para los verdiblancos en el encuentro de ida, así como los errores de Alfonso Pastor en la Copa del Rey, fueron Claudio Bravo y su falta de rodaje competitivo en el choque disputado en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Eso, y un aluvión sevillista. Bien es cierto que los pupilos de Julen Lopetegui pasaron por encima del equipo de Manuel Pellegrini durante los primeros 45 minutos, pero justo cuando el equipo de las trece barras había conseguido contener la salida en tromba del Sevilla FC. La cuadrilla bética, sabedora de la importancia que tenía esta jornada laboral en el Plan 2.0 del Ingeniero, volvió a presentarse tarde para picar la ficha en las oficinas. Cuando quisieron ponerse manos a la obra, los obreros de Manuel Pellegrini tenían ya muchas tareas pendientes por hacer. Y sí, «volvió». Porque esta no es la primera vez que el equipo de trabajo verdiblanco olvida las formas que lo han llevado a encauzar tan bien la obra.
Tal y como dijo Sergio Canales en la rueda posterior al encuentro, y de la misma forma que le ocurrió en #ElGranDerbi liguero disputado en el Benito Villamarín, al Real Betis se le olvidó ser el Real Betis de Manuel Pellegrini. El equipo valiente, dominador y que, cuando quiere, se hace dueño y señor de los partidos se quedó en Heliópolis. En su lugar, volvió a presentarse un cuadro bético temeroso, que sufre sin balón y que, «ayudado» también por unos primeros 20 minutos de puro vértigo del rival, dio un paso atrás en lugar de dos al frente. La no expulsión de Marcos Acuña, tan clara como premeditada, fue un condicionante importante del encuentro, pero es que no hubo un factor que limitara más a los pupilos del técnico chileno que el propio Real Betis. La obra del Ingeniero avanza a pasos agigantados, y si esto ocurre es porque las bases y cimientos de la misma están ya más que asentados. No obstante, existen ciertos errores de cálculo en los planos de Manuel Pellegrini que impiden, especialmente en las fases de mayor enjundia del proyecto (por nombre, que no por objetivo), rendir y brillar a la cuadrilla de la manera en que saben hacerlo. Y es que el Real Betis ha demostrado que solo es inferior cuando, a priori, se cree que lo es.
Lo cierto es que con una mala (o malísima) primera parte del cuadro heliopolitano, Marcos Acuña sobre el terreno de juego y varios nombres propios del plantel bético fuera del mismo, la sensación es la de que el equipo de Nervión tuvo que rozar la excelencia para no terminar con el agua al cuello. Y es que si los primeros 45 minutos fueron del Sevilla, los segundos se los llevaron, y casi de la misma manera, los de Manuel Pellegrini. «Casi», porque la única diferencia fue un gol. Mientras que el técnico chileno pensó tanto antes del encuentro –alineó de inicio a Víctor Ruiz y Claudio Bravo– como durante el mismo –sacó del terreno de juego a Nabil Fekir y William Carvalho en el descanso– en el partido de Copa del Rey ante el Rayo Vallecano, Joaquín Sánchez o Aitor Ruibal sí tenían la cabeza puesta en el Ramón Sánchez-Pizjúan. Después de que los de Julen Lopetegui pasaran por encima de los verdiblanco cual rodilla, un Real Betis mejorado (que no excelente) pudo llevarse un botín más importante del que finalmente consiguió. A los obreros del Ingeniero solo les hizo falta un poco más de acierto en el último tramo de la jornada laboral para que la obra se hubiera quedado, por lo menos, de la misma manera que se la encontraron. Su problema fue tropezarse, como le ocurrió a principios del pasado noviembre, con el mismo escombro.