El Real Betis cae en los octavos de final de la Copa del Rey en otra fatídica tanda de penaltis y tras ir ganando el partido por dos veces. William Carvalho adelantó a los verdiblancos en la segunda parte y David García empató en el descuento cuando todo parecía mas que hecho.
Primeros compases de partido con dos equipos con las ideas muy claras, pero completamente antagonistas. Un Betis mandón, con mucha posesión y dominando al rival. Y un Osasuna reservado, aguantando el chaparrón y evitando dejar espacios. Pero la banza izquierda del Betis fue un puñal con un Miranda muy valiente y un Rodri con ganas de armar jaleo, pero los verdiblancos se encontraban siempre con el fuera de juego. En la primera, Miranda deja solo a Canales en el pase de la muerte, pero el cántabro no llega ni a rematar en condiciones con la derecha. Se anuló por fuera de juego, pero al menos debería haber entrado y que el VAR dictaminara después. La siguiente si entró en botas de Luiz Henrique, pero el juez de línea lo anuló por haber salido el balón por línea de fondo antes de el pase de Rodri.
Tras esas dos ocasiones el partido fue poco a poco equilibrandose y bajando de ritmo, algo que le vino muy bien a un Osasuna que fue saliendo de la cueva y teniendo más la pelota. El Betis sin ella se fue desconectando y cada vez le costaba más volver al partido. Osasuna tuvo una bastante clara, cuando Kike García remata dentro del área pero Edgar mete la pierna providencial. El 0-0 al descanso era un resultado justo. Con dos equipos pugnando por el balón, pero con un Betis que empezaba a acusar el ritmo de Osasuna.
Y encima, salió a la segunda parte dormido, regalando balones absurdos a Osasuna y metiendo el miedo en el cuerpo a todo el estadio por las rápidas llegadas del rival en muy poco tiempo. Pellegrini no tardaría en meter a Aitor Ruibal y Borja Iglesias para ganar físico. El partido se igualó y se le pondría de cara al Betis con el gol de William Carvalho, aprovechando un rechace en el balcón del área para disparar y batir a Sergio Herrera. Media hora todavía por delante, pero el Betis jugaba bastante tranquilo, arriesgando en salida de balón con un Guido imperial en ese sentido, ayudando a romper línes y generando llegadas al área pamplonica que acababan en nada. El Betis empezó a perdonar cada una de esas llegadas y el partido parecía finiquitado. Los tres minutos de descuento eran un alivio, pero la falta de contundecia en defensa en la última jugada del partido lo mandaba a la prórroga, al rematar David García un centro pasado donde Bravo no atina a salir y Sabaly se queda sin saltar. El Villamarín, que estaba ya deseando marcharse al calor de casa, no daba crédito.
Y la prórroga empezó confirmando aquella máxima de que la aprovecha mejor el que al fuerza. Osasuna rondó el gol en un par de llegadas de mucho peligro, primero en un disparo de Budimir que se va rozando el palo. Y más tarde, en un disparo de Kike García en área pequeña que se va por encima cuando solo tenía delante a Claudio Bravo. El Betis acusaba el cansancio, pero los inagotables dieron el paso al frente. De un recuperción de Aitor Ruibal en campo rival nace la jugada del gol. Dejando rota a la defensa rojilla la pérdida, dejando solo ante Sergio Herrera el pase de William Carvalho a Borja Iglesias y éste a Sabaly que solo la tiene que empujar.
La eliminatoria volvía a ponerse de cara en el 103. Pero poco dura la alegría en la casa del pobre, o del cansado en este caso. Nada más empezar la segunda parte de la prórroga, el propio Sabaly no acierta a despejar bien un balón largo de Osasuna y se la deja muerta al Chimy Ávila para que recorte y bata por bajo a Bravo, devolviendo las tablas al marcador otra vez. El partido volvió a ser un calco del inicio de la prórroga. Dos equipos desdibujados atacando con más corazón que cabeza. Batiburrillo de jugadores corriendo a trompicones, pases errados que desquiciaban al personal y el corazón en un puño. Y el tiempo se agotaba.
Y tanto se agotó que después de Pellegrini rajar por dos veces en esta semana de las prórrogas, el karma del futbol le regaló otra más y una tanda de penaltis. Otra más después de la de la Supercopa ante el FC Barcelona en Arabia Saudí y que dejó a los verdiblancos fuera de la final. Todo quedaba a la lotería de los penaltis.
La lotería en la que Bravo solo olió un penalti. En la que Canales volvió a recordar por qué dejor de tirar penaltis. En la que Guido se resbaló en el que no podía fallar para mantener al Betis con vida. El Villamarín se quedó helado. Sin encontrar explicación alguna y marchándose a casa sin ganas de aplaudir a los suyos.
