El Real Betis de Manuel Pellegrini ha cosechado su primera victoria en LaLiga a través de un planteamiento coherente, que no asumía riesgos y que buscaba sacar a relucir el talento de sus jugadores en duelos individuales. Con un 1-4-2-3-1 en el que la línea de mediapuntas permutaba constantemente, siendo más difícil de defender e indetectable en algunas zonas del campo.
Con balón, el conjunto verdiblanco no asumió riesgos, y mediante un Claudio Bravo excelente en el golpeo en largo, conseguía encontrar situaciones peligrosas con muchos metros por delante. Alejaba de la base de la jugada a Canales y Fekir, llegándole a situar a la altura de Borja Iglesias y Joaquín, para ofrecer protagonismo a Guido, William y la pareja de centrales en salida desde atrás.
Los de Pellegrini conseguían generar superioridades en salida, verticalizar su juego hasta plantarse en 3/4. Y era en esa zona donde al Betis más le ha costado generar. Ha sido un equipo muy espeso, con muchos problemas a la hora de finalizar jugadas con claridad y peligro… ahí sí ha necesitado un perfil de jugador distinto a lo que tenía. Quizá más vertical, de un perfil que dé más amplitud, que corra al espacio, que busque portería rival de forma más incisiva.
Sin balón, y quizá por demérito del conjunto alavesista, porque le ha costado muchísimo conectar el centro del campo con la doble punta, no ha sufrido prácticamente nada, a pesar del trabajado balón parado de Pablo Machín. Ha sido un equipo ordenado, fuerte en los duelos, con mentalidad de provocar falta si la ocasión lo requería, coherente en la presión, mentalizado y automatizado en cada movimiento… ha sido un conjunto competitivo.
A nivel individual, luces (Canales, Guido, Bravo) y sombras (Álex Moreno, Joaquín, Borja), pero la victoria premia a un equipo que ha buscado el gol, que ha propuesto una idea de fútbol clara, y que a nivel psicológico estaba necesitado de comenzar así.