La Contracrónica del Real Betis-Real Sociedad (2020/21), por Alberto Pintado
Cuando el río suena, agua lleva. El Villamarín lleva semanas recibiendo el eco del caudal de uno que no deja de devastar la ilusión del proyecto verdiblanco. Ayer, el Betis de Pellegrinni cayó derrotado por 0-3 ante una Real Sociedad que, ni mucho menos, merecía tal premio. Fue superior por momentos al conjunto verdiblanco, pero se libró de un 2-1 clarividente gracias a la aparición de un ángel de la guarda que es demonio en tierras verdiblancas. Más de uno, en realidad, que suspendieron geometría en primaria al no saber trazar líneas rectas con precisión.
Aunque el partido no empezó de la mejor manera para los locales. Sin Emerson ni Mandi, el Betis salió al campo con un once dirigido por Canales a la altura de Guido Rodríguez. Y al cántabro se le vio poco, siendo el Betis superado según la situación por una Real más cómoda en el céspéd que los verdiblancos. El Betis no era el equipo atractivo y ofensivo que había sido en tres partidos oficiales con Manuel Pellegrini como líder. Y esto se notó cuando la Real, con tres pases y la superación de Aitor Ruibal, lateral derecho improvisado (cuajando un mal partido como es natural), logró el primer tanto ante la pasiva contundencia defensiva de la dupla formada por Bartra y Sidnei en la zaga.
Fue justo antes del descanso, por lo que en la segunda parte el técnico chileno mandó al campo a Sanabria por un Borja Iglesias que se queda sin oportunidades. El gallego deambuló por el terreno de juego y falló en cada decisión tomada durante sus 45 minutos. Y al paraguayo, sin embargo, le bastaron dos minutos en el terreno de juego para poner el empate en el marcador, lo que derivó en el comienzo de una avasalladora historia arbitral en contra del Betis.
Con el codo en fuera de juego, el colegiado Xavier Estrada Fernández se encargó de dar por inválido un gol que no lo era. Una vez más, con el arma en la mano y bien cargada, la corrupción como si en B se tratara cubrió el Villamarín para mantener a los béticos lejos de los intereses positivos. Con todo, el Betis luchaba y luchaba, hasta que a Sanabria le rompieron la camiseta tras un agarrón fulminante dentro del área de la Real. A lo que Estrada Fernández, como es de cajón, señaló falta en ataque del paraguayo para evitar que el fútbol se impusiera en el verde. Dos goles, posiblemente, robados sin ningún tipo de vergüenza.
Poco análisis más puede hacerse más que el de que el Betis trató de anteponerse mientras un árbitro y sus jefes se encargaban de dilapidar toda ilusión y optimismo existentes. El Betis no mereció perder un partido que terminó con tres tantos en contra (por tercera vez) tras la ausencia de unos Emerson y Mandi que son imprescindibles si se quiere evitar sustos ante los que poco se puede hacer. Pero la corrupción es exagerada y hay una persecución por parte de una mafia orquestada hacia un Betis que, al menos, lucha en el verde. Ya solo faltan figuras imponentes que defiendan el club que les da sillones.