El Real Betis es a estas alturas de la Liga el segundo equipo más goleado de la competición liguera, sólo superado por el recién ascendido Mallorca. El equipo entrenado por Rubi ha sido incapaz de paliar la sangría defensiva que tantos puntos le ha costado jornada tras jornada llegando a encajar 47 goles en tan solo 29 jornadas. El bajo estado de forma de Bartra, a años luz de su nivel de hace dos temporadas, así como la irregularidad de Sidnei y Feddal y la inseguridad permanente de Mandi son factores determinantes para entender por qué el Betis casi lidera tan vergonzosa clasificación. A la mala actuación de los centrales debemos añadirle el escaso trabajo táctico por parte del entrenador y las pocas prestaciones de los laterales a la hora de defender.
Pero este es un problema que no sólo se ha sufrido durante la presente campaña; en las 4 últimas, el equipo verdiblanco ha sumado más goles en contra que a favor al finalizar el campeonato, hándicap inaceptable si de verdad el Betis quiere aspirar a los objetivos que desde la directiva se pregonan verano tras verano. La búsqueda constante de un estilo que se identifique con la idiosincrasia del club sumado a la inoperancia frecuente a la hora de cimentar un proyecto hacen que el club no deje de dar bandazos a la hora de buscar un líder en el banquillo que por fin tape las múltiples carencias que el Betis arrastra desde los últimos años y optimice las cualidades de las plantillas formadas en el mercado de fichajes.
La portería tampoco ayuda. Con Joel Robles el Betis ha perdido la seguridad bajo palos que sí tenía años atrás con Antonio Adán y Pau López. No es de extrañar, ya que tras vender al tercer portero de la selección española por unos 30 millones de euros, José Miguel López Catalán optó por dar la titularidad al suplente de Pau López y traer a un jovencísimo Dani Martín, con ninguna experiencia en la élite, por una cuantía que ronda los 6 millones de euros. Con semejante planificación, no es de extrañar que las estadísticas del Betis sean tan pobres.