No era un partido sencillo. Es más, era muy complicado. Osasuna y El Sadar conforman un binomio que, aunque venido a menos, siempre provocaba tembleque en las piernas de hasta el mejor. Si a eso le sumamos un Betis con la moral por los suelos, el resultado era predecible.
Pero no. La victoria del Betis en Pamplona deja una de las mejores noticias posibles: hay entrenador. Pelegrini estuvo perfecto a la hora de elegir el once titular, en la lectura del partid y en los cambios. Empezando por el principio, para evitar el pasotismo hay que dar algún paso, y este Betis debe ir paso a paso y no querer ganar antes de empezar. El primer paso era quitar del once a los jugadores que provocan la apatía de los demás y meter garra y hambre. Por eso entraron los Aitor Ruibal, Guardado y Loren. Los tres fueron los pilares en los que se sostuvo el Betis durante la primera parte y eso ayudó que otros se fueran subiendo al barco. Uno de ellos, Fekir. El francés mostró la implicación que se le espera y se echó el equipo a la espalda. Y que importante es. Fekir no se escondía, la pedía, encaraba, encontraba pases que solo él veía y cuando no provocaba la falta y alguna tarjeta. Hasta once hizo Osasuna en la primera parte. Eso sí, el primer susto lo metió Osasuna que se adelantó en el marcador en el único pero a la defensa bética de esta tarde. Budimir se quedó solo en el área y tuvo tiempo para bajarla con el pecho y rematar. Menos mal que estaba en fuera de juego.
El partido se fue cero a cero el descanso pero las sensaciones eran buenas. El Betis igualó el juego de Osasuna, no arriesgó atrás y buscaba constantemente las espaldas de la defensa con verticalidad y un Ruibal muy enchufado. La lluvia y el frío no invitaban al juego de toque y eso Pellegrini lo supo leer muy bien.
Tras el descanso, partido muy igualado, pero el Betis poco a poco se fue encontrando más conla posesión ante un Osasuna más reservado y a la espera del error bético. Los verdiblancos dominaron más y por momentos se encontraron achicando en su area a los rojillos pero sin ser capaces de hincarles el diente. Fekir probó fortuna desde lejos pero su disparo se marchó lamiendo el poste. El problema llegó con el paso de los minutos y el descenso del ritmo, sobre todo marcado por el cansanción bético en jugadores que lo habían dado todo. Llegaba el momento de los cambios para evitar que esa igualdad acabara premiando a Osasuna. Tercer acierto de Pellegrini. Borja Iglesias entró por un Loren muy implicado en la presión, pero muy lejos de la portería y a los cuatro minutos, gol del Betis.
Curioso es que le gol llegase de un contragolpe que comienza en área propia y tras la ocasión más peligrosa de Osasuna de toda la segunda parte con un centro desde la banda que Emerson tiene que tapar en area pequeña como puede. Entonces, contragolpe de libro: Borja baja para recibir y bascula en Ruibal. Este encuentra a Fekir que conduce hasta que el propia Ruibal se desmarca y entra en el área. Borja venía acompañando y propicia el pase de la muerte para solo tener que empujarla. Si la RAE pudiera poner una acepción más para el adjetivo «necesario» sería ese gol del Betis.
Y segunda parte de la película. El gol en contra espoleó a Osasuna y se fue a por el empate con todo. El Betis tuvo que achicar mucha agua con centros desde el área pero que nunca crearon demasiado peligro para un Joel Robles desaparecido. Y que buena noticia. Pellegrini dio entrada a Miranda y Joaquín para ayudar en defensa y en salida de balón, y aunque el de El Puerto no tocó una pelota hasta el 90 lo que hizo con esa primera bola era para lo que habia entrado. Bajarla, pisarla, esperar al compañero, buscar el pase, marear a un rival desbocado por recuperarla, salir tocando, apurar el centro y que Miranda entrara por el otro costado como un avión para adelantarse a la marca y batir al portero.
Tres puntos de oro, plata y bronce para un Betis que supo leer el partido de manera magistral, vuelve a ganar y a dejar la portería a cero y a demostrar dos cosas: que hay equipo y que hay entrenador para competir y sobre todo, ganar.