Parafraseando al genial Ignatius Farray, el Betis es «o bicho que se devora a se mesmo». Es, me atrevería a decir, el único equipo de La Liga que cada partido lo juega contra dos rivales: el otro equipo y el propio Betis.
Porque no se conoció jamás a semejante equipo que debía jugar día sí y día también contra sus propios errores o fallos. Hoy, el Betis ya iba perdiendo el minuto uno después de que Duarte rematara prácticamente fuera de marca en el primer córner del partido. Primera y en la frente. Así es imposible. Pero después pasa una cosa. Que, si te van a meter un gol a las primeras de cambio, al menos intenta que no acabe en un sangría y el partido dure algo más. Y el Betis, a decir verdad, en eso está dando un recital. Tiene errores, desconecta del partido, se desconcentra con facilidad, pero lo asume y sigue nadando. Hoy también se encontró pronto con el empate en una jugada embarullada en el área y donde el VAR tuvo que acabar dando por bueno el gol, validando el control con el pecho de Guido y que el remate de Mandi venía de un defensor. Muy bien el VAR.
Pero con esa defensa es imposible. En dos minutos, doblete de Morales. A perro flaco todo le son pulgas, y si este Betis es horrendo en defensa, encima tiene mala suerte. Mala suerte por que, de diez veces, nueve el disparo de Morales se va a Alicante. Pero no. Al Betis esas cosas no le pasan. Jugada casi de balonmano, de un lateral a otro, con la defensa siempre detrás de la pelota y Morales que vuelve una vez más a ganarse el sueldo frente a los béticos. Dos minutos más tarde, más de lo mismo. Balón largo sobre Roger que dispara, el balón rebota en el defensa y le cae en el pie a Morales para que certifique su doblete. Una vez más, nueve de cada diez veces esa pelota acaba fuera del campo. Pero no, al Betis esas cosas no le pasan. Al revés, Tello se rompió en una carrera y tuvo que entrar Sanabria.
Con 3-1 nos iríamos al descanso y la sensación de que el partido estaba acabado. A la reanudación, Pellegrini no se lo pensó, y mucho menos tras encajar el cuarto. Pérdida de Guardado en mediocampo, prolongación a Morales y pase filtrado a Roger que entre los defensas remata para colarla. Ni el fuera de juego se alineó con los verdiblancos. Pellegrini sacó del campo a los apercibidos Guido y Fekir para dar entrada a Canales y Paul. Más tarde entrarían Lainez y Rodri, y entre el paso atrás del Levante y las ganas de los que entraron el partido dio un cambio radical.
El Betis fue otro. Creció desde la posesión y gracias a un Lainez que se echó el equipo a la espalda. Él solito provocó la absurda expulsión de Rober Pier y la falta que precedería al penalti de Duarte. Canales se encargó de poner el 4-2 desde los once metros. También sería el propio Canales quién anotara el 4-3 en una buena jugada de combinación y con algo de fortuna tras rebotar en un defensor. El Betis, contra el tiempo y las interrupciones del levante lo siguió intentando, pero remar es mucho más complicado cuando tienes que hacerlo contra tal marcador adverso.
Ni las ganas ni la intensidad de la segunda parte ayudaron al Betis a rascar al menos un punto. Se quedó cerca de la remontada y se marcha al derbi del próximo sábado con la sensación de que, o arregla pronto el problema de la defensa, o jugar contra dos rivales cada jornada es imposible.