Lo mejores no son los mejores por casualidad. No existe la suerte sin esfuerzo, ni existe la genialidad sin talento. Los grandes son grandes por lo que hacen, por las veces que han intentado ser más grandes. Es imposible abordar las gestas sin ambición. Es una realidad que hay gente que desaprovecha su don en pos de la comodidad. Esos, esos son a los que llamamos mediocres, a los que tienen el detonador y lo pierden. Si hay un componente indispensable en el espíritu de un líder, es el de la valentía. Un referente lo es, porque nunca se ha permitido el lujo de esconderse, porque jamás ha dado menos que ninguno de los suyos. Se puede tener cualidades y esconderse, a eso lo podemos llamar ser un buen pelotero, pero lo que no se puede es ser el jefe y delegar.
A nadie se le puede exigir el sobresaliente siempre, hay días en los que las cosas se despiertan desordenadas, pero en esas jornadas es dónde se ve de verdad, de que está hecha la materia gris del campeón. Sergio Canales se ha convertido en el pulmón, el corazón y la lanza del Betis, y por eso cuando toca afrontar responsabilidades no hay ninguna duda sobre el campo; los balones tienen que ir al 10. El timón del Betis lo lleva el cántabro, la clase y el físico, la disciplina y la genialidad. No sé qué sería de este equipo que ahora pelea por hacerse un hueco en Europa, si en los momentos de zozobra y naufragio no hubiera aparecido el mago para enderezar la situación.
Los mejores no son los mejores por casualidad, lo son por el ejemplo que dan, por ese sentimiento de deuda que tiene la gente con ellos. Por eso, cuando ayer Canales yerra desde los 11 metros, no hubo más que una lamentación queda por el error. A muchos nos dolió más por él, que por el posible gol. No quedaba otra que abrazarle, porque un abrazo además de cariño casi siempre lleva implícito un «te necesito», en este caso, un «te necesitamos».
Eso es lo que les pasa a los mejores, que se han ganado la licencia de poder fallar sin que nadie les reproche, que nadie puede permitir decirles nada. Otro de los requisitos capitales para ser un as, es la autoexigencia; el mejor siempre quiere ser el mejor, porque quiere ayudar a crecer a los de su alrededor, esa es la inteligencia del líder. El mejor es el que pese a su fallo, se alegra, y no tiene reparos en hacer público que ha respirado tranquilo al ver que pese a todo se ha conseguido ganar. Esos es lo que tienen los grandes, que saben manejar los momentos complejos, y estamos hablando de un tipo que cada vez que mira al tatuaje de su rodilla, se acuerda de que rendirse jamás ha sido una opción para él.
Ayer me alegré mucho tras el partido de ver los mensajes de ánimo y las muestras de afecto de la gente hacia Canales. Hacía tiempo que no veía en Villamarín esa indulgencia con los nuestros, también es verdad, que hacía tiempo que nadie demostraba tanto esfuerzo y cariño vistiendo las trece barras. Sé que es pecado mortal tratar de corregir a los maestros, pero me van a permitir una osadía, me van a permitir que replique al mago. Menos mal que estás, Sergio.