Tras cuatro empates consecutivos, el Betis de Manuel Pellegrini visitaba Valdebebas para enfrentarse al Real Madrid de Zidane. Un enfrentamiento vital para continuar pugnando por jugar en Europa la próxima temporada. Asumiendo la baja de Nabil Fekir, Pellegrini contó con Guardado junto a Guido en el doble pivote, Canales por detrás de Borja Iglesias y Joaquín con Lainez en los costados.
El partido se puede esquematizar en dos tramos muy diferentes: la primera y la segunda mitad. Su transcurso muy diferente. En la primera de ellas, ambos equipos cuidaron la posesión del balón; posesiones largas, salidas de balón arriesgadas… y, de la misma forma, una evidente falta de determinación en área contraria. Comenzó el Betis teniendo más balón, hasta que un par de errores en salida hicieron a los de Pellegrini jugar en largo. Ahí el Real Madrid comenzó a ganar duelos y a tener durante más tiempo la posesión del esférico. En el segundo asalto, el partido se rompió: ida y vuelta constante, desorganización y cansancio físico. Le faltó a los verdiblancos determinación arriba para transformar sus transiciones.
Dentro de esta diferencia en los tramos, de dos escenarios de partido muy dispares, hay un evidente factor común: un nivel competitivo altísimo sin la pelota. Ambos centrales dominando el área, ganando duelos y leyendo a la perfección cada jugada, el doble pivote organizando la presión, abarcando metros, ayudando por fuera… un trabajo espectacular. Asimismo, el resto de parejas (laterales + extremos y doble punta) se sacrificaron hasta la saciedad para mantener la portería a cero. Evidentemente, Claudio Bravo también tuvo que ver en esto; aportando seguridad, siendo sólido y controlando todas las acciones.
Un monólogo defensivo del equipo del chileno en Valdebebas que le permitió sumar un valioso punto para continuar en la disputa por los puestos que te dan el pase a la Europa League.