Si alguien no confiaba, si había aún dudas, el Betis consiguió el lunes su plaza europea virtualmente a falta de que sus rivales directos no sumen todo o el Betis sume un punto de los nueve posibles que quedan. Así que lo más seguro es que el Real Betis Balompié pasee la bandera verdiblanca por el viejo continente en la 21/22.
Para mí, al terminar el partido del lunes fue una sensación muy parecida a la de aquel partido del Málaga. Lágrimas de emoción al imaginar el abrazo que le hubiese dado al que me metió esta locura en las venas, a uno de esos abuelos que afortunadamente dejaron la herencia más grande antes de irse al cuarto anillo. Posteriormente llamé a un amigo que estaba a 500 kilómetros igual de feliz que yo porque nuestro Betis va a viajar por Europa y seguramente nosotros con él.
Ojalá llegue un día en el que celebrar una clasificación Europea nos sepa a poco, pero aún no ha llegado por lo cuál tras tres años de ausencia, el Betis volverá a estar en el bombo de una competición continental. Se notaba la felicidad en las redes tras la victoria del lunes, el apoyo de la afición antes de un partido importante y la ilusión de un Beticismo que lo ha pasado mal, ha salvado a su Betis, ha aguantado golpes y ahí sigue y seguirá .
No hay manera de entender el fútbol, ni la vida sin el Betis o al menos la mia. La ilusión de levantarte un lunes y mirar cómo había quedado el Betis aunque estuviese en segunda y no pudieses ver sus partidos en casa por estar lejos. Aquel paquete en unas navidades con mi primera bufanda, las lágrimas de mi primera visita a Heliópolis y el abrazo con todos y cada uno de los amigos que me dio el Betis en mi primera previa en Tajo. Todo eso son momentos de mi vida, momentos especiales y que siempre me acompañan, porque cuando hay veces que no van bien las cosas, cuando la vida te da golpes y no sabes cómo aguantar, ahí querido lector, siempre está el Betis.
Verdiblanca vida, gracias por hacerme bético abuelo.