En realidad, esto debería ser lo normal. Que nuestro delantero, por el que se hizo el segundo desembolso más grande de nuestra historia, tenga noches como la del martes. De 9 referente, de fusilar la portería rival en cuanto tenga la más mínima ocasión. Y lo más parecido que hemos tenido últimamente, ha sido Rubén Castro, que, al contrario del Panda, no encontró su sitio hasta que llegó a Heliópolis. Ahora le toca a Borja, asentarse, seguir confiando y haciendo lo que sabe de sobra, porque lo necesitamos. Y más ahora con la salida de Sanabria, que me deja un sabor amargo por haber creído que asumiría el papel de líder en la delantera. Me sigue pareciendo buen 9, ha tenido buenas actuaciones en su etapa como verdiblanco, pero es el capítulo final a una serie con temporadas bastante confusas, que dejan un dinero en las arcas para reforzarnos donde más lo necesitamos, o para (vuelvo a insistir) dar minutos a Raúl.
Estamos en cuartos de final de la Copa. Sí. Pero ésto termina ya, hay que pensar en Osasuna, nuestro próximo rival en Liga, e intentar seguir con la racha que nos ha traído el nuevo año, justo antes de enfrentarnos al Barça, Villarreal y Getafe, encuentros siempre complicados y que, estando en este estado de forma, veo posible rascarles puntos. Porque el Ingeniero tiene un plan, y le ha costado ponerlo en marcha, y puede ser que le se vuelva a caer el castillo de naipes, pero estoy convencido que jugando, luchando y sudando como ahora hacen nos sentiremos representados después de mucho tiempo sintiendo que no se defendía el escudo. Se podrá perder, pero que no se pierdan las formas.
Creo que es un buen momento para volver a resurgir el “Sentir, ganar, luchar. Podemos” porque es lo que nos están demostrando. Esa garra, ese veneno verdiblanco que tanto hemos echado en falta. Ahora lo vemos en Emerson que tuvo unos minutos increíbles, en Montoya y su celebración pese al fallo, en Paul y Rodri que van creciendo a muy buen ritmo, en el banquillo en general porque todos salen con hambre y ganas, y en Sergio Canales, como es lógico.
Es mérito de Pellegrini, que con su experiencia ha conseguido transformar la situación desordenada en una dinámica en la que, pese a sus fallos defensivos y errores bajo palos, se compite y se intenta ganar pase lo que pase. Sólo recuerdo esta fe, esta convicción, estas ganas de ganar, con Don Lorenzo (en general) y con Setién cuando el equipo confiaba ciegamente en su idea. El Real Betis es un equipo alegre, divertido, luchador, currante. Y el técnico chileno, pese a no sentir el aliento de la grada, ha sabido entenderlo y arenga a los suyos con frases como la que dijo ayer: por cada asiento vacío hay una familia que está detrás de este gran equipo. No era tan difícil entendernos.
Pero calma, mis Béticos del universo, que nos conocemos. Que, como dijo ayer nuestro compañero José Andrés Carrasco, el Betis es el equipo más random del mundo. Somos capaces de lo mejor y lo peor. De hacer fácil lo difícil y ser incapaces de hacer lo que haría cualquiera. Porque en los campos de Tercera, Segunda, en el Calderón o en Anfield, y pese a nuestras diferencias por resultados, entrenadores, jugadores o directivas, siempre volvemos a juntarnos porque es inevitable ser lo que somos. Porque el Real Betis es especial.
