Usted, que me está leyendo, puede que en su día apoyara con toda devoción a Lopera, y después se convirtió en uno de sus más ardientes detractores. Seguramente puso en su día sus acciones a disposición de Haro y Catalán, o no, o los odiaba desde el principio porque son unos usureros, según usted, claro.
Probablemente usted sea de los que besan por dónde pasa Lorenzo Serra Ferrer, cosa que me parece razonable, porque como sé que usted me va a decir en algún momento: “es de las pocas personas que ha luchado por hacer al Betis grande”. Casi con total seguridad si le pregunto por un cambio me dirá que es “necesario porque el Manquepierda no es conformismo” y bla bla bla. O a lo mejor simplemente me dirá que lo que “hay ahora es más de lo mismo”.
Y claro, claro que me parece una opción más que legítima que usted ahora anime y se sienta parte de un grupo de empresarios-accionistas que de la noche a la mañana decidieron erigirse como héroes del pueblo verdiblanco, y que, con un decálogo con 9 puntos en abstracto, una bandera con la cara de Serra Ferrer y una promesa de hacer un Betis de los béticos (viva la originalidad) decidieron que este era su momento.
Pienso que es necesaria una alternativa al actual órgano de gobierno y que nadie les puede negar a estos señores su beticismo, pero la solución debe ser seria, no un folio con nueve puntos y la promesa de que vuelva Serra. Todo lo que suene a insurrección y a épica, suele ir ligado de un plan inestable, hecho a prisa y corriendo, que en vez de sumar, lo único que pretende es cambiar un cromo por otro.
Que no le digo yo a usted, que Haro y Catalán sean lo mejor del mundo, es más, me aventuro a decir que han hecho muchísimas cosas mal. Pero a mí un proyecto de cacerolada, con un horizonte aún sin descubrir, sin una cabeza visible, con muchas criticas y achaques, eso sí, pero sin ninguna estrategia marcada de futuro, no me motiva absolutamente nada. En mi opinión, eso también es más de lo mismo, sacar una candidatura reveladora y dinámica en la que la punta de lanza sea echar al que está. Una de esas que alientan la guerra de bandos, que echan leña a la absurda guerra cainita entre béticos, sin ni siquiera proponer una alternativa seria y creíble.
De verdad, que estos últimos días, sentía una repulsión absoluta al mirar Twitter y ver una guerra sin cuartel entre unos y otros. Insultos, reproches e incluso amenazas. Lamentablemente, el que no piense como usted es su enemigo y por ende no ama al Betis. Y ahora usted me dirá que “Otro Betis es posible” cuando ayer miles de talibanes y perros rabiosos se le lanzaban a la yugular a Joaquín, capitán, leyenda y mito viviente de las trece barras, por mojarse en un tema que le compete como accionista que es.
Ah claro, es que muchos ya no se acuerdan de aquella vez, allá por 2017, en la que el del Puerto decidió arrimar el hombro ante la situación que vivía el club y compró un paquete de acciones, que incluía el 2%.
Ayer leí “traidor”, “retírate”, “vete a El Hormiguero” o la que más me impactó: “Aquí se acaba tu leyenda”. Los hay que tener muy bien puestos para decir esto de una de las señas de identidad de tu club por el simple hecho de apoyar una candidatura distinta a la tuya. Esto, recuerde que también le pasó a Gordillo. Parece que hay un sector dispuesto a descuartizar leyendas al módico precio de entretenerse una tarde en Twitter. A usted le podrá gustar el fútbol, pero si llama traidor a Joaquín, permítame que le diga que usted no es bético. A los que insultan a Joaquín por mojarse, a los que escupen a los que no piensan como ellos. A esos es a los que urge echar del Betis. Y luego a quién quieran.
