Una vez más los béticos vuelven a dudar de ellos mismos. Una vez más se vuelve a sacar a relucir el «beticómetro». Ese utensilio que mide el beticismo de unos y otros según sus ideales, pensamientos, gustos o incluso el número de carnet. Como si el beticismo se pudiera medir como los litros de lluvia y la temperatura. Pues todavía hay gente que piensa que hay béticos que lo son más que otros. Y no hay argumento más cancerígeno para el propio Betis.
Que la temporada ha sido un fracaso es algo en lo que estamos todos de acuerdo. Una decepción más que sumar. Otro año a la basura y otro verano intentando no saber nada del Betis aunque por dentro estemos deseando que vuelva La Liga. Todos de acuerdo. Incluso en que haya que pedir responsabilidades a Haro y Catalán, máximos responsables del club y por ende, máximos responsables de las notas de la temporada (aunque haya otras aristas como entrenadores, jugadores, árbitros, etc).
Pero en lo que jamás estaré de acuerdo es en que unos pocos se hagan con la bandera del beticismo, con la potestad de sus colores, la custodia de un sentimiento. Por que sí, sin preguntar, de manera unilateral. Nosotros somos béticos, tú no. A la mierda el beticómetro. Aquí no hace ni falta. Esto es fascismo. Fascismo bético. Las cosas serán como nosotros queremos o no serán. Y si tu no piensas como nosotros eres un palmero, un adulador o tienes intereses en el club (se cree el ladrón que todos son de su condición).
El problema de todo ésto no es que haya un sector de la afición que piense de maneras distintas. Eso es lo más sano que puede existir dentro de un colectivo, siempre y cuando sirva para sumar y no para restar. En una afición tan dividida como la del Betis jamás puede ser buena esta guerra de trincheras que se ha establecido de un tiempo a esta parte. El problema no es pensar diferente. Eso jamás ha sido un problema. El problema es tener como referentes a «béticos» que de referentes tienen poco. El problema es darle el don de la verdad a personajes que han sido vetados del mismísimo Villamarín, que si no fuera por la imnensidad de Twitter no los conocerían ni en su pueblo, que no son capaces de crear dos líneas argumentativas sin colar algún insulto o vejación a quién no piensa como él. En definitiva, a personas (o personajes) que prefieren su propia supervivencia a la del club que tanto defienden.
Hace un tiempo, hablando con un antiguo directivo del club le dije que había béticos que preferían llevar la razón a que el Betis ganará. Que si el Betis ganase todos los días se les acababa el chollo. Ya no tendrían de que hablar, ya no habría nada que criticar y volverían a la cueva de la que nunca debieron salir. Este directivo se llevó las manos a la cabeza sin querer creerselo. Pero la realidad es así. Nunca será un problema pensar diferente. El problema viene cuando el que piensa diferente y hace más ruido que tú (mucho ruido y pocas nueces) no acepta la crítica, no entiende el debate ni lo democrático de una afición centenaria como la del Betis. Que encima te acusan de ser una viuda de Setién si argumentas que te gustaba su estilo de juego y lo que consiguió en el Betis, pero luego ellos son los primeros que se alegran cuando su actual equipo pierde, aunque sea frente al eterno rival de todos.
En fin. Apaguen el beticómetro que a veces lo que mide es la inteligencia de algunos y olviden lo de las viudas, que las viudas son sinónimo de muerte y entre todos estamos matando al Betis. Que luego el de los clavos era otro.