Claudio Bravo (6). Si el que escribe se llamase como él, se habría marchado del campo. Tiene que ser frustrante parar un remate a bocajarro de Muniain y que hasta cuatro futbolistas se queden mirando el rechace posterior. Ya no digamos si eso se repite en prácticamente cada jugada. El chileno fue un náufrago al que nadie quiso sacar del agua.
Emerson (0). Su peor partido como verdiblanco. Mal en ataque y pésimo en defensa. Cierto es que Joaquín y Carvalho no le dieron una sola ayuda de categoría, pero tiene la mayor parte de culpa de que su banda fuese una autopista para Yuri y Berenguer.
Sidnei (0). Otro que perpetró en San Mamés su peor actuación como bético. Lento, despistado e inexplicablemente apático. Un huracán le pasó por encima y, a estas horas de la madrugada, probablemente siga pensando que era una brisa veraniega.
Víctor Ruiz (0). Anticipó el horror de la noche futbolística con un gol en propia puerta que, por su ejecución, tiene poco de accidental y mucho de mala praxis defensiva. Su trayectoria invita a pensar a lo contrario, pero a día de hoy parece jugar en la misma liga de centrales que Tosca o Jordi Figueras.
Álex Moreno (0). El irregular -y en opinión del que escribe, sobrevalorado- Iñaki Williams se convirtió sin esfuerzo en el nuevo Pelé. El lateral catalán le dio todas las facilidades del mundo para conseguirlo. Y de propina, regaló un nuevo recital de ataques horriblemente finalizados.
William Carvalho (0). La noche del Coliseum escribimos que había jugado su peor partido desde que llegase al Betis. Nos aventuramos, pues aún tenía reservado un espectáculo mucho más patético. Y que conste que la dureza de esta crítica es inversamente proporcional a la que él mostró sobre el campo. Pocos pueden dudar de su talento. Su compromiso ya es otra historia.
Guido Rodríguez (1). Desbordado y ante todo irreconocible. El Athletic canalizó la mayor parte de su juego por las bandas y el argentino no fue capaz de tapar una sola grieta, ni de ayudar con criterio a los laterales. A él no se le puede reprochar nunca el compromiso, pero sí saber adaptarse al partido. No lo hizo en San Mamés.
Joaquín (1). Intentó maquillar con un par de arrancadas y un disparo lejano otra mala actuación en su temporada más triste… por no decir mediocre. Emerson se desangraba y el portuense, como William, no se acercó ni a darle una tirita.
Rodri (3). Debutó como titular, posiblemente, en el peor partido para sus características. El chaval lo intentó e incluso ayudó en la elaboración de lo poquísimo salvable del equipo en ataque, pero la intensidad del Athletic fue demasiado para él. Se retiró lesionado.
Tello (0). Su partido fue calcado al de Joaquín, pero restando el matiz de las arrancadas y el tiro lejano. Ni ayudó en defensa, ni generó en ataque. Un fantasma en La Catedral.
Sanabria (1). Si Bravo fue el náufrago, al delantero paraguayo le correspondió el papel de isla desierta al otro lado del océano. Bajó a recoger una pelota hasta el centro del campo, fruto de la desesperación de no recibir un solo balón. Eso fue lo único reseñable de su partido.
Guardado (4). Entró con 3-0 y, aunque suspende, fue lo más parecido a un mediocentro que Pellegrini dispuso sobre el césped. Conceptos tan básicos en un centrocampista como sacar la pelota jugada o hacer coberturas a los dos laterales sólo se vieron tras su entrada en el partido. Ya era tarde.
Loren (2). Una vez más (y ya van todas), saltó al campo con el marcador en contra. En esta ocasión, además, con la derrota más abultada de lo que llevamos de Liga. Demasiados obstáculos para que el marbellí desarrolle su mejor fútbol. E insistimos: ya era tarde.
Borja Iglesias (1). Si bien se le podría aplicar la misma justificación que a Loren (por supuesto, con la correspondiente explicación de que él sí ha dispuesto de oportunidades anteriormente), se le vio aún más errático y menos voluntarioso. Ni está, ni se le espera.
Láinez (5). La única nota positiva, con la comentada salvedad de Claudio Bravo. Da igual de los minutos de los que disponga, el mexicano siempre los aprovecha y denota tener algo que aportar. Es difícil entender por qué Pellegrini sigue prescindiendo de él, aun con las bajas de Canales y Fekir y el mal momento de forma de Joaquín.
Aitor Ruibal (S.C.). Sin tiempo para nada.