Se presentaba el Real Betis en tierras granadinas con la esperanza de dar un salto en la clasificación para poder encauzar el rumbo del club. Además, estrenando una de las equipaciones más bonitas que ha tenido la entidad en su historia, rememorando a una plantilla que tenía ante todo “hombres, y no nombres”.
Pues nada, el equipo verdiblanco se encargó de amargarle la tarde del domingo a todos los béticos que tenían puesta su ilusión en el club la presente temporada. Y más a las puertas de la junta de accionistas celebrada ayer.
Pero centrándonos en lo futbolístico, el Betis, una vez más, empezó el partido por debajo del marcador, y aunque podríamos debatir si de manera justa o no, lo que está claro es que tácticamente no pueden ir dos jugadores a cubrir una subida de banda del lateral rival, y que este realice el centro al área con éxito; tampoco se puede permitir que a la hora de realizar la línea del fuera de juego, en la salida de la defensa ante un despeje, queden huecos entre líneas para que el delantero rival se plante delante de tu portero prácticamente sin oposición. Después de lo argumentado, viene el penalti de Guido Rodríguez, que prácticamente se conforma con no ser expulsado.
Yendo por detrás en el marcador, el Betis toma la iniciativa del juego, más por parte del repliegue del Granada que por mérito propio; y en una jugada donde el equipo está abierto para generar espacio, te montan un contragolpe que en tres pases (incluyendo el clamoroso fallo en el despeje de Bartra) se vuelven a plantar solo delante de tu portero y prácticamente sentencian el partido con solo media hora de encuentro disputada.
A partir de aquí el Betis lo intenta y se somete a un continuo “quiero y no puedo” hasta el pitido final del árbitro.
En la salida al terreno de juego tras el descanso, vimos variantes ofensivas por parte de Pellegrini. Juanmi y Tello en las bandas, y más tarde una doble punta con Loren y Borja Iglesias, que lo único que provocaron en ataque fue un par de llegadas a la meta de Rui Silva. Nada que provocase un acoso y derribo hacia el rival, que era lo que el Betis necesitaba ante el marcador inverso cosechado.
Estos cambios si provocaron que viésemos un centro del campo inédito hasta la fecha, conformado por William Carvalho y Nabil Fekir, el cual, bajo mi punto de vista, fue el mejor del partido por parte del conjunto bético; resolviendo el envite con bastante nivel, ante la tarea de sacar el balón jugado desde atrás, ya que el Granada C.F. se limitó a estar bien replegado, ejerciendo presión en la salida de balón a partir del mediocampo, y cerrando espacios con ayudas defensivas de hasta tres hombres en los laterales y en el área.
Al final, justa victoria del conjunto nazarí ante un Betis impotente en el aspecto ofensivo y con muchas lagunas a la hora de defender.
Tarde «dominguera» para olvidar de un equipo que empieza a mirar muy pronto hacia los puestos bajos de la clasificación. Esperemos que la junta de accionistas de ayer traiga noticias más esperanzadoras para el futuro de la entidad.