Insistir, persistir, resistir y nunca desistir. El Real Betis salió al Benito Villamarín con un plan basado en cuatro pilares, pero terminó aferrándose en exclusividad a uno de ellos: resistir. Un león sin colmillos, o con los colmillos poco afilados, era la víctima perfecta para volver a la senda de la victoria en el tramo más importante de la temporada. Pero este es un equipo de suerte, sensaciones y juego muy diferentes con respecto al de hace un mes. El punto conseguido ante los pupilos de Marcelino García Toral es oro puro vistas las circunstancias, pero el partido (que son dos cosas distintas) es lo que deja una sensación del todo agridulce al aficionado verdiblanco.
Todo el análisis que se podría hacer de un 0-0 en el Real Betis-Athletic Club se difumina cuando, a los 10 minutos de partido, el jugador más determinante del conjunto de la Palmera pone punto y final a su partido. Si a la (justa) expulsión de Nabil Fekir se suma un penalti (claro) no pitado a los rojiblancos, un gol (bien) anulado a Aïssa Mandi por fuera de juego y un larguero de Asier Villalibre en el descuento, la conclusión que se pueden sacar del 4º empate consecutivo del cuadro de las trece barras no es otra que la de Manuel Pellegrini: «El equipo supo competir”. Es por eso que el problema del Real Betis no fue el botín logrado, sino la inercia que lo está llevando por viejos (y no tan buenos) derroteros.
El principal problema de los verdiblancos no es que los «Clubes Fundadores» no hayan contado con el equipo de Heliópolis para crear la Superliga, sino que de continuar desperdiciando los «favores» que le están haciendo Real Sociedad y Villarreal CF, donde no va a estar la temporada que viene el Real Betis es en la Europa League. Ese es el lado «positivo» del Tourmalet que están realizando los pupilos de Manuel Pellegrini, que el de sus principales perseguidores es tan irregular como el verdiblanco. El Ingeniero debe evitar que el suyo vuelva a ser ese equipo al que, temporadas atrás, le temblaban las piernas en los momentos importantes de la temporada. Ese equipo que terminaba acordándose de los tantísimos puntos perdidos, sin necesidad, por el camino.
Y para que los puntos lleguen de 3 en 3, lo primero que no puede perder el técnico chileno es a los jugadores que le han llevado a ejecutar su plan con maestría. Aunque la mejoría de Sergio Canales es palpable o la vuelta de Marc Bartra –con partidazo incluido– ha sido una grata sorpresa para los aficionados, el nombre que ha captado la mayor parte de la atención (y las críticas) ha sido el de Aitor Ruibal. Con el canterano llegó la mejor versión del Real Betis, y la mejor versión del canterano podrá acercar al Real Betis al objetivo. En el cuadro bético, como en todos los equipos, siempre tendrán que jugar los mejores, pero cuando lo merezcan. Ahora es a los pupilos de Manuel Pellegrini a quienes les toca, primero, ganarse el puesto en el once –cosa que han vuelto a demostrar Claudio Bravo o Juan Miranda–, pero también ganarse la candidatura a la 5ª plaza.
Más allá de la actuación llevada a cabo frente a los rojiblancos, el aficionado necesita volver a sentir la épica en los minutos finales de partido, alejar cualquier recuerdo del Real Betis indolente del pasado y afrontar cada encuentro como si fuera el último. La interminable subida que ha afrontado el equipo durante el mes de abril alcanza su pico máximo en Valdebebas. Es entonces ahora, con las lecciones aprendidas sobre afinar la puntería (contra el Atlético de Madrid), no dejarse llevar por el marcador (ante el Valencia) y saber resistir con uno menos (durante el partido contra el Athletic), cuando el cuadro de Manuel Pellegrini está más preparado que nunca para asaltar la banca madridista. Nunca mejor dicho.