El Real Betis llegaba al último amistoso de la pretemporada sin victorias en su casillero. Con un balance de tres empates (Grödig, Olympique de Marsella y Real Zaragoza) y dos derrotas (PSV Eindhoven y Brentford), los de Manuel Pellegrini se presentaban en el Benito Villamarín con el deseo, y casi la necesidad, de brindar un triunfo a sus aficionados, en casa, previo al arranque liguero. Y así fue. Tres goles (Juanmi, Borja Iglesias y Juan Miranda) repartidos en ambas mitades asestó el Real Betis al equipo de Vincezo Italiano. Los verdiblancos, que fueron de menos a más durante la primera mitad y mantuvieron el nivel durante la segunda, se llevaron, por fin, el merecido triunfo veraniego.
Una ventaja a fuego lento
Le costó, pero los de Manuel Pellegrini terminaron imponiéndose durante los primeros 45 minutos. Y eso que las sensaciones que transmitieron los verdiblancos durante los primeros compases de partido no hacían pensar en ello. La Fiorentina, a través de posesiones largas, pausadas y en las que hacía bascular al Real Betis de banda a banda, se hizo con el control tanto del balón como del partido. El cuadro bético era incapaz de mantener la posesión y aún menos de prodigarse en ataque. Con William Carvalho y Sergio Canales asfixiados, así como Nabil Fekir cosido a faltas cada vez que entraba en contacto con el balón, todos los intentos de contragolpe del cuadro heliopolitano eran en vano.
Pero pasados los 20 primeros minutos de choque, el Real Betis consiguió dar un paso al frente. Los de Manuel Pellegrini comenzaron a carburar. Las posesiones de la Fiorentina ya no era tan largas ni los acercamientos al área rival tan inofensivos. Fue entonces cuando, tras un córner forzado por Borja Iglesias, el más listo de la clase puso el 1-0 en el marcador. Juanmi, a los 28 minutos, superó a su marcador en el segundo palo para batir de cabeza al meta viola. Cuando más cómodo se estaban sintiendo los verdiblancos sobre el terreno de juego, especialmente con las incorporaciones de Álex Moreno por banda izquierda, O’Rei inauguró el marcador.
«Si algo funciona, lo mejor es no cambiarlo», debieron pensar los pupilos del Ingeniero. Y a los 34 minutos de partidos, una nueva internada del lateral zurdo catalán fructificó en el 2-0 del cuadro local. Álex Moreno profundiza por la banda izquierda, se adentra en el interior del área y termina poniendo una asistencia al corazón de la misma para que Borja Iglesias marque a placer. Un juego y sensaciones del todo distintas a las mostradas durante el primer tercio de primera parte, que pudieron ser incluso mejores si Terraciano no hubiera evitado el 3-0 de Sergio Canales en un mano a mano previo al final del primer tiempo.
‘Mirandazo’ y victoria
A una semana para el estreno liguero ante el Elche, el de la Fiorentina no era un amistoso cualquiera. Y es que a la salida de vestuarios, Manuel Pellegrini no realizó el habitual carrusel de cambios de cara a la segunda mitad. El Real Betis salió con los mismos once futbolistas al terreno de juego, evidenciando que esta se trataba de la última prueba de fuego. Y con los protagonistas ya en el césped, las idas y venidas comenzaron a sucederse. El correcalles de los primeros compases de la segunda mitad, con varios acercamientos peligrosos de los pupilos de Vicenzo Italiano, precedió al primer tanto visitante.
El exmadridista Luka Jovic, aprovechando la desorganización de la zaga bética tras una jugada a balón parado, cabeceó en el interior del área un buen centro desde la banda derecha pasada la hora de partido. La Fiorentina no solo recortaba distancias, sino que volvía a poner en aprietos a los de Manuel Pellegrini. Con las primeras sustituciones introducidas por el Ingeniero, el Real Betis perdió el fuelle mostrado durante el inicio de la segunda parte y los italianos generaron más peligro, sobre todo por la banda izquierda con el duelo entre Ikoné y Juan Miranda.
Fue entonces el canterano bético, quizás para redimirse de su impreciso arranque de partido en la parcela defensiva, quien se adjudicó el tercer tanto del encuentro con un obra de arte. A los 74 minutos, con el guante que atesora el de Olivares por pie izquierdo, botó una falta directa a la escuadra de la portería viola, imposible para el arquero visitante. Un gol que, si bien puso punto y final al partido, pudo no ser el último. Durante el tramo final del choque, hasta en dos ocasiones pudo Luiz Henrique ampliar la ventaja en el marcador, que sacó a relucir tanto su potente disparo con el pie izquierdo como su habilidad en el regate.